Gubidxa Guerrero
Los atentados del viernes pasado en la capital francesa volvieron a conmover al mundo. Varios terroristas masacraron a más de un centenar de personas en París, ante la incredulidad de las autoridades francesas.
Curiosamente, la organización que perpetró estos ataques se hace llamar Estado Islámico, grupo radical financiado en sus inicios por las llamadas “potencias occidentales”, entre las que se encuentra Francia.
Con tal de derrocar al presidente sirio Bashar Al-Asad, Estados Unidos, Israel, Arabia Saudita, Turquía, Francia, entre otros, apoyaron con cobertura aérea, armamento y equipo logístico, a mercenarios radicales islamistas que asolaron a un país que por décadas se había mantenido estable. Esta maniobra formaba parte de una estrategia a largo plazo que pretende crear conflictos eternos para derrocar o debilitar a gobiernos de países no-amigos, como Libia, Siria, Irán, Líbano e, inclusive, Rusia.
A Muhamar Gaddafi, mandatario libio, lo asesinaron como resultado de dicha estrategia. A Bashar Al-Asad estuvieron a punto de derrocarlo, de no ser por la intervención del Hezbolá libanés y de los Guardianes de la Revolución de la República de Irán.
Varios mandatarios de Europa tal vez no se imaginaron (o quizás sí) que de entre la “oposición siria” nacería uno de los grupos terroristas más temibles: el Estado Islámico, que no ha dejado de dar muestras de horror desde que vio la luz.
En Siria e Irak el Estado Islámico ha provocado decenas de miles de muertos; matanzas que el mundo “civilizado” ha visto con indiferencia, mientras éstas sólo afecten a los árabes. Pero hoy que el monstruo mordió la mano del amo, el gobierno galo se horroriza.
Es bastante probable que estos actos terroristas hayan sido planificados por los mismos halcones que financian al Estado Islámico, ya que políticamente beneficiarán a Francia, que ahora tendrá el pretexto de intervenir en siria con la probable intención de quedarse con algunas riquezas del país petrolero.
Tal como los ataques de 11 de septiembre sirvieron para que Estados Unidos invadiera Afganistán, los ataques del 13 de noviembre podrán ser utilizados para que Francia, con el pretexto de combatir al Estado Islámico, se quede con una porción de siria. Al Qaeda fue financiada por la CIA para combatir a los soviéticos en los ochentas. El Estado Islámico ha sido financiada por varios países occidentales para derrocar al gobierno sirio, que es aliado de los rusos. Ambos parecen ser instrumentos dóciles capaces de las peores crueldades con tal de que sus patrones realicen su agenda geopolítica.
Cada que veo una agresión contra el mundo islámico, deseo que no sirva de argumento para matar inocentes en los países occidentales. Cada vez que me entero de atentados terroristas en occidente, ruego porque no se perpetren nuevas guerras usando tal pretexto. La espiral de violencia no se detiene con más violencia. Por el contrario, se alimenta y crece con ella. Condeno los atentados de París, como he condenado las matanzas en la Palestina ocupada y otros tantos actos de violencia irracional. La paz es el camino.
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Texto publicado en Enfoque Diario el miércoles 18/Nov/2015.