Turquía ‘apuñala’ por la espalda a Rusia

Gubidxa Guerrero 

Luego de los atentados del pasado viernes 13 de noviembre [de 2015] en París, el mundo pareció tomar consciencia de la amenaza que representa el autodenominado Estado Islámico (ISIS, Daesh).

Como hemos mencionado en otras entregas, esta organización recibió apoyo inicial por parte de las llamadas ‘potencias occidentales’, cuando se le veía como uno más de los grupos opositores al régimen sirio de Bashar Al Assad, presidente de la República Siria.

El Estado Islámico es hoy lo que fue Al Qaeda en el pasado: el perfecto pretexto para atemorizar al mundo, para satanizar a una religión que practican más de mil millones de personas y para mantener una presencia militar en Oriente Medio.

Desafortunadamente para sus patrocinadores, parece que el Estado Islámico se salió de control (igual que en su momento lo hizo Al Qaeda, cuando los ataques del 11 de septiembre de 2001) y mordió la mano de sus amos. Algunos teóricos de la conspiración suponen que los atentados de París eran de conocimiento de las más altas esferas.

Lo cierto es que la única gran potencia que ha combatido decididamente al Estado Islámico es Rusia, país gobernado por Vladimir Putin, que al recibir una petición formal de auxilio por parte del gobierno sirio, intervino en la lucha que el Ejército de ese país libra contra las bandas terroristas. Otra nación que combate a los extremistas del Estado Islámico es Irán. Hezbolá, milicia y partido político libanés, también combate en el terreno al grupo responsable de los atentados en París.

Uno pensaría que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”; es decir, que si Estados Unidos y la Unión Europea han declarado la guerra al Estado Islámico, estarían felices de que Rusia los apoyase en esa tarea, dando golpes contundentes al extremismo.

Pero al parecer, la supuesta guerra declarada al terrorismo, no es más que pura retórica, ya que los turcos y otros países “aliados” de Estados Unidos, trafican con el petróleo extraído en el territorio controlado por los terroristas, mismo que venden en el mercado negro internacional, lo que les permite fortalecer sus finanzas.

Las rutas por las que se envía el petróleo, estaban siendo atacadas por el avión ruso derribado en territorio sirio por aviones caza de Turquía. Dichos acontecimientos nos hablan de la complejidad del escenario político mundial. Por un lado, los rusos se han vuelto la principal fuerza de ataque en contra del Estado Islámico; por otro lado, Francia, Estados Unidos, Turquía y otros países simulan combatir el terrorismo, siendo que en sus comienzos esas mismas potencias armaron y financiaron a dichos grupos extremistas, con tal de derribar al gobierno sirio y saquear las riquezas del país. 

Ahora que el avión ruso fue derribado por el ejército turco por violar, supuestamente, su espacio aéreo, se hace más que evidente que Turquía y, por extensión, la OTAN (organismo al que pertenecen Estados Unidos y la mayoría de las potencias occidentales) no están contentas con que la Federación Rusa golpee efectivamente a los islamistas radicales. 

¿Cuántos atentados más necesitan padecer las capitales europeas o algunas ciudades estadounidense para darse cuenta de que fomentar el extremismo en Oriente, traerá graves consecuencias también a Occidente? Esta historia apenas comienza.


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Texto publicado en Enfoque Diario el jueves 26/Nov/2015.