[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 31/Ago/2013]
“Eres tú, mi Juchitán queridocuna de hombres que supo responderen un día 5 de septiembrecon valor te supieron defender”.Gonzalo Pineda de la Cruz
La República se hallaba agonizante a mediados de 1866, sobreviviendo, apenas, gracias a los grupos guerrilleros que asediaban constantemente a los invasores. La capital del Estado de Oaxaca, estaba en manos de los conservadores-imperialistas. Mientras tanto, el Istmo, parcialmente tomado por los franceses que se encontraban en Tehuantepec, vivía una situación tensa ante la amenaza de la toma de Juchitán, que era la llave al Estado de Chiapas. Las esperanzas de aquellos que defendían el régimen republicano eran casi nulas, y numerosos grupos poco a poco se rendían. Ante tal situación muchos pueblos zapotecas tomaron la determinación de mantenerse firmes.
Fue en la temporada lluviosa de aquel lejano año cuando a nuestra comunidad le tocó desempeñar su papel en la historia. El 5 de septiembre de 1866 el ejército francés y sus adeptos fueron derrotados en el pueblo de Juchitán por soldados (hombres y mujeres) oriundos de la misma población, del barrio de San Blas Atempa (hoy municipio libre), Ixtaltepec, Ranchu Gubiña (Unión Hidalgo), pueblos aledaños, y vecinos chiapanecos, armados en su mayoría con machetes, hondas y palos.
Muchos habitantes murieron, pero grande fue también el deceso de soldados franceses, y grande la aportación militar a la causa, por lo que aquel sacrificio bien valió la pena. Los triunfos de Porfirio Díaz en la Carbonera y Miahuatlán fueron posteriores a esta gesta heroica y, en buena parte, consecuencia de ella; es decir, fue después del 5 de septiembre cuando se logró recuperar la capital del Estado.
Quedó demostrado una vez más el valor característico de la estirpe zapoteca, que desde tiempos prehispánicos supo defender sus fronteras y su cultura. El país siempre estará en deuda con aquellos que dieron la vida defendiéndolo. Por ello, los istmeños de hoy debemos recordar con orgullo a los valientes de ayer, que con su ejemplo de lucha nos dieron una lección insustituible.
Como parte de México, desde su Movimiento de Independencia, Guerra de Reforma, Intervención, Revolución, hasta la actualidad, hemos labrado y compartido episodios históricos. El 5 de septiembre de 1866, es uno de ellos. Pero como parte de una comunidad étnica (la zapoteca-binnizá) hemos escrito capítulos distintos a los de los demás grupos componentes del Estado Mexicano; y es algo que también debemos tener presente.
En las escuelas oficiales es imposible encontrar página alguna que nos hable del desarrollo histórico-político de los zapotecos contemporáneos. Siempre se ha pretendido hablar de "lo mexicano” viéndolo como un ente uniforme y homogéneo. De este modo se niega la diversidad existente en el país que, precisamente, debería constituir su principal riqueza. Debido a ese afán integracionista, las historias étnicas y regionales se han dejado de lado por la Secretaría de Educación Pública, y poco a poco vamos olvidando lo propio y, por consiguiente, la conciencia de lo que somos.
Tenemos la obligación de recordar y de transmitir el recuerdo, esté o no acorde con el discurso oficial. Tenemos el deber de enseñar a nuestros hijos que la grandeza del pueblo zapoteca se remonta a más de 3 mil años…