Cuando la sociedad se una por un mismo ideal, las cosas empezarán a cambiar. |
[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 3/May/2013]
Hace algunos años las personas despertaban diciendo: no podemos caer más bajo; la situación ya no puede empeorar. Pero los malos políticos ―de todos los colores― y los falsos luchadores sociales se encargaron de demostrarnos cuán equivocados estábamos.
Aunque pensemos que hemos visto lo inimaginable, siempre podremos estar peor. Lástima de gobiernos… No obstante, para que existan malas administraciones debe haber sociedades apáticas, que entren en complicidad con aquéllas.
Quien se queja de la corrupción pero da las famosas “mordidas”, nada bueno hace por cambiar. Quien se queja de las invasiones de predios pero “compra” terrenos irregulares, no ayuda.
En Salina Cruz, Tehuantepec, Juchitán, y cada uno de los pueblos istmeños, la situación está fatal. Pero existe solución…
Amo al Istmo y creo en su gente. Cuando veo la nobleza de nuestras paisanas que se levantan de madrugada a preparar el horno para ganarse honradamente los alimentos; cuando constato que los varones madrugan para enyuntar los bueyes o encaminarse a las playas para preparar la lancha con la que irán a pesar, sé que la cosa no está perdida.
Es probable que mañana estemos peor, porque el nudo que las mafias políticas han creado, hacen casi imposible que vivamos en armonía. Tal vez mañana haya menos esperanzas, pero siempre debe mantenerse la fe en un mejor futuro. Mientras guardemos un resquicio de confianza y energía para luchar por el porvenir, habrá posibilidades reales de enderezar el camino.
Nuestra sociedad istmeña ha vivido momentos similares. Hubo un tiempo en que cada tercer día aparecían bandoleros para saquear gallinas y cerdos de los hogares. Hubo un período de nuestra historia en que el robo fue regla general. Y nos sobrepusimos.
La primera tarea es dejar de hacerles el juego a los líderes corruptos que se alimentan de la miseria y del caos. Son ellos los únicos beneficiados de toda esta situación, porque ante cada amenaza de confrontación obtienen jugosas ganancias que se llevan a otras regiones.
El gobierno no detendrá a ningún pez gordo. “Perro no come perro”, dice el dicho. La autoridad, cuando mucho, irá contra las personas humildes que forman parte del círculo vicioso de la manipulación. Gente que acude al llamado de los dirigentes porque hay un mecanismo de chantaje y coacción que los obliga.
No seamos cómplices de los que han hundido a nuestra región. Más bien, levantemos la mirada cuando nos topemos con uno de quienes han saqueado las arcas públicas. Hagámosles saber directamente nuestras quejas.
Mientras sigamos rumiando nuestros pesares en casa, sin hacer nada por construir alternativas propias de concordia y desarrollo; mientras continuemos saludando, como si nada, a los tristes personajes de la política local, seguiremos en las mismas. Tengamos vergüenza y alcemos la voz. Con civilidad, pero con firmeza. Lo cortés no quita lo valiente.