[Texto publicado en Enfoque Diario el martes 2/Abr/2013]
Dos relojes parecen medir el tiempo en el Istmo de Tehuantepec. Uno social-político; otro politiquero. Mientras la ciudadanía se enfrenta a problemas cruciales que se resumen en la palabra ingobernabilidad, los políticos hacen como que miran para otro lado.
En la visión de las personas que cotidianamente se enfrentan a conflictos varios, la angustia es la constante. En la mirada de los personajes que en las próximas elecciones buscarán el sufragio ciudadano, la sonrisa y los saludos es lo que importa.
Ningún precandidato se ha pronunciado sobre temas sensibles, dando a entender que no les interesan. Para ser sincero, me parece que los aspirantes a diputaciones locales y presidencias municipales sí han meditado acerca de la solución de problemas trascendentales, pero se abstienen de pronunciarse por un sentido malentendido de la prudencia.
La prudencia política obliga a conducirse con cuidado, evitando que las cosas se desborden. La omisión simple es la indiferencia tonta; la pura y burda desobligación.
Un político desobligado será un mal funcionario. Un candidato apático será un mal representante. Así de sencillo.
¿Qué piensan sus excelencias de la falta de agua en Tehuantepec? ¿Qué soluciones proponen al riesgoso conflicto eólico en Juchitán? ¿Qué plantean para incentivar la economía en Salina Cruz?
Nadie parece querer hablar de lo que realmente importa por la equivocada idea de que eso restará votos. Ya lo dijo Bismark antes: “el estadista piensa en las próximas generaciones; el político en la próxima elección”.
Ojalá quienes desean ser favorecidos por el sufragio de los paisanos para la próxima legislatura local, hagan propuestas concretas de la manera en que deben normarse los proyectos eólicos, pues no es adecuado que se merque con los bienes de los pueblos como si se tratara de refrescos; no es justo que se les despoje sin más razón que las utilidades. Sería magnífico que aquellos que quieren ser alcaldes digan cómo enfrentarán a los cacicazgos políticos locales o el continuo chantaje al que son sometidos las autoridades municipales.
Es hora de decir las cosas sin tapujos pero con responsabilidad. Nada de hacernos los desentendidos.