Aerogeneradores daneses. |
Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 25/Feb/2013]
[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 25/Feb/2013]
En semanas previas circuló fuertemente el rumor de que un grupo de periodistas de diferentes medios informativos que se publican en el Estado de Oaxaca se iría de “trabajo de campo” a Dinamarca. No crea el amable lector que el recorrido sería un soborno disfrazado, con la intención de que el viajero narrara las bondades del proyecto eólico danés, sino para conocer al león desde sus fauces…
Pero, ¡oh!, sorpresa. Al parecer la versión resultó veraz, pues ayer mismo el diario Noticias ―el de mayor circulación en la Entidad― publicó amplio reportaje firmado por Reynaldo Bracamontes Ruiz, “enviado especial” al continente europeo.
En los párrafos de la nota, titulada: “Aerogeneradores a cien metros del mar, todo un motor de progreso en Hvide Sande”, se trasluce la intención de que la opinión pública mire con buenos ojos la generación de energía mediante el viento. Como si los lectores fueran niños de pecho, el reportero describe detalladamente las ventajas de los parques eólicos daneses que brindan electricidad a miles de hogares, satisfaciendo actualmente el 30% de la demanda doméstica de corriente en toda Dinamarca. Como subtítulo de la nota, con llamado en primera plana, se lee: “Mientras en el Istmo se oponen al desarrollo”.
Todavía busco en el texto algún párrafo, o siquiera una línea, que hable de las condiciones económicas en que se establecieron los convenios allá en el viejo continente. No dice en ninguna parte qué porcentaje de las ganancias netas se queda la empresa y qué porción se va al Estado danés o a las poblaciones donde están instalados estos “motores de progreso”.
He sido muy crítico de las dos posturas que reducen la discusión en torno al proyecto eólico entre buenos y malos. Para el periodista de Noticias, el parque debe implementarse en la Barra de Santa Teresa porque es bueno en sí mismo; sin ponerse a meditar en las condiciones económicas de los acuerdos con los comuneros, la afectación ambiental o sociocultural. Para algunos opositores el proyecto es malo en sí mismo; y de este lado no se toman en cuenta las ventajas materiales y ecológicas que un aerogenerador tiene por sobre, digamos, la quema de combustibles fósiles.
Es verdad que en Dinamarca y en otros muchos países la generación de energía eléctrica mediante el viento es una realidad. Pero es cierto también que el modo en que se han instalado los magnos proyectos ha sido respetuoso del medio y de la sociedad que habita las regiones con ventajas eólicas. Sin mencionar que los índices de corrupción en dichos países son mucho menores que en el nuestro.
En México, especialmente en el Estado de Oaxaca, las autoridades parecen agentes de ventas, ofreciendo lo que no les pertenece; poniéndose de lado de poderosas transnacionales en lugar de apoyar a las sociedades que los mantienen (recordemos que los salarios de Gabino Cué y de su plana mayor provienen de nuestros impuestos).
La energía eólica tiene más ventajas que desventajas. Es algo que no está a discusión. Lo malo es que el 98.6 por ciento de las ganancias del proyecto que pretende construirse en San Dionisio del Mar se irá a las empresas, dejando apenas una migaja del 1.4 por ciento a los pobladores. Aquí el asunto no es técnico, sino jurídico y moral: la manera en que se firmaron los contratos fue ilegal, por no considerar aspectos reglamentarios esenciales en materia de convenios con pueblos indígenas; y fue ilegítimo por la desproporción de las ganancias entre dueños de la tierra y ejecutores del proyecto. Y que no se diga que “el dinero lo pondrá Mareña”, porque si hurgamos más, veremos que proviene de un simple préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Así qué chiste.