¡Alto a la violencia!

Gubidxa Guerrero

No todos los ladrones ni todos los asesinos roban o matan "por necesidad". Hay algunos desalmados que parece que lo disfrutaran. No se vale. Juchitán va de mal en peor.

La región istmeña despertó con una terrible noticia: el joven Paul Sales fue asesinado. Las circunstancias y demás pormenores seguramente estarán reseñados en los principales diarios regionales el día de hoy.

La saña que está detrás de este homicidio, indigna. La impotencia que todos sentimos cuando escuchamos un nuevo caso, es alarmante.

Quienes piensan que los índices de violencia son altos únicamente en el norte de nuestro país se equivocan. El presente ejemplo desbarata cualquier noción de que en la cintura de México se respira paz.

Todos los días se sabe de asaltos a mano armada en negocios céntricos de las principales poblaciones istmeñas. También hemos sabido de hombres y mujeres golpeados al momento de un atraco.

Delitos como el robo con violencia o los asesinatos de inocentes son posibles en buena medida por la impunidad que gozan los delincuentes.

Es más fácil que el miembro de una banda criminal contrate a un prominente abogado, a que lo haga una paisana que fue detenida con huevos de tortuga; lo que posibilita que peligrosos asesinos anden sueltos, mientras una humilde comerciante purgue una severa condena detrás de las rejas.

Debemos decir las cosas con toda claridad, para que se entienda: la delincuencia se está apoderando de nuestras calles y vecindarios.

Responsabilizar a las autoridades locales sería únicamente ver parte del problema. Claro que son las administraciones municipales las encargadas de salvaguardar a las personas y bienes en lo inmediato; pero si a dichos gobiernos no les autorizan los medios, poco puede hacerse.

Las policías municipales están desarmadas. Una sencilla macana es su principal herramienta contra delincuentes con pistolas calibre 9 milímetros o .38 súper. ¿Cómo queremos que los oficiales se enfrenten a los bandidos con semejante desventaja?

Sin embargo, armar indiscriminadamente a los policías locales, sin antes someternos a una estricta evaluación, es igual de riesgoso; pues no sabemos si el guardia de hoy será el asaltante de mañana.

Es vital que los cuerpos de seguridad sean instruidos, equipados y pagados dignamente. La sociedad istmeña necesita sentirse segura y con la confianza de que los policías son sus amigos y no sus verdugos.

Dentro de todo el dolor que embarga a la sociedad juchiteca por este nuevo asesinato, debe caber la noción de que la seguridad la construimos todos: sociedad y gobierno.

Señores alcaldes: ¿qué dicen al respecto? Las poblaciones a las que juraron servir, necesitan de ustedes. Urge una revisión de las corporaciones policíacas. Urge una mejor comunicación entre los distintos niveles de gobierno para que la Federación o el Estado pongan también de su parte. Basta ya de vivir en la incertidumbre. Violencia no, ¡cultura sí! Robos no, ¡arte sí! Drogas no, ¡deporte sí!


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Texto publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el sábado 22/Sep/2012.