No podemos entender los conflictos del mundo si no estudiamos el contexto político en Medio Oriente. La región es una de las más importantes del planeta, pues en ella se encuentran sus mayores reservas energéticas. Como toda zona rica en petróleo, corre el riesgo de desestabilización por intereses geopolíticos.
Estados Unidos, Rusia y China son los principales actores de este drama. Las víctimas son los países amenazados: Líbano, Siria, Irak, Irán, Afganistán, etc. En el gran tablero de ajedrez, las grandes potencias mueven sus piezas sin el menor escrúpulo.
Hace poco más de cinco años inició la llamada ‘Primavera Árabe’. Túnez, Libia, Egipto, entre otros países vieron convulsionar sus sociedades en aras de democracia, justicia y mayor apertura política.
Pero a dicho proceso decidieron sumarse actores de primer nivel que promovieron sus propias agendas a nivel regional. Tal sucede con Israel y Estados Unidos. Ambos países tienen como principales adversarios en la zona a Irán, Siria y a la organización Hezbolá (en Líbano). Siria ha sido el vínculo entre Irán y las milicias de Hezbolá, considerada “terrorista” por buena parte de occidente.
Cuando comenzaron las movilizaciones callejeras en Siria, algunos vieron la oportunidad perfecta para desestabilizar al gobierno. Pero el asunto era bastante delicado, ya que entre los grupos que se levantaron en armas contra el régimen, se encontraban algunos cercanos a Al Qaeda y algunos, peores, que terminaron conformando lo que se conoce mundialmente como Estado Islámico (ISIS). El objetivo era golpear al gobierno, pero sin derrocarlo.
Para Israel es preferible que Siria siga con su actual gobierno. Dice el dicho que “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pero no le viene mal propiciar algunos golpes aquí y allá. Sin embargo, hace algún tiempo el asunto comenzó a salirse de control y el gobierno sirio estuvo a punto de caer. Hasta Rusia, aliado natural de la élite siria, pensó que la estructura gubernamental no resistiría el embate de los rebeldes.
Entonces apareció Hassan Nasralá, máximo dirigente del partido-milicia Hezbolá, para defender “financiera, moral y militarmente” a sus antiguos aliados. Hezbolá goza de prestigio en la región, pues ha sido la única organización guerrillera que ha conseguido derrotar en varias ocasiones a Israel.
Los milicianos libaneses de Hezbolá entraron en acción del lado del gobierno sirio. Tomaron parte como protagonistas de los principales combates en los enclaves rebeldes. La voluntad de sus soldados y el halo de heroísmo de que gozan permitieron que recientemente se recuperaran las principales ciudades en poder de los opositores.
Ahora el régimen sirio parece estar a salvo. Lo que no consiguieron los rusos ni los miles de soldados leales al gobierno, parecen estarlo logrando unos cientos de guerrilleros al mando de un hombre excepcional.
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Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 29/Jul/2016.