Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 19/Mar/2013]
Más de ochenta años gobernó ininterrumpidamente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Estado de Oaxaca. Ocho décadas en las que hubo de todo: algunas buenas administraciones y ciertos municipios manejados sin escrúpulos.
Al final, la balanza terminó por inclinarse entre quienes se oponían a los regímenes priístas, de tal manera que acabó perdiendo el bastión que había constituido la Entidad.
La alianza que suscribieran los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) minó el cacicazgo tricolor en el sureste mexicano. Guerrero, Chiapas, Oaxaca y, recientemente, Tabasco terminaron siendo ganados por la oposición.
Sin embargo, parece no haberse extraído ninguna lección de las derrotas. Contrario al PRI nacional, que al perder Los Pinos hace doce años buscó modificar la estrategia de cara a los nuevos comicios impulsando nuevos cuadros (aunque muchas veces cobijados por viejos dinosaurios), en el Estado de Oaxaca los dirigentes estatales del tricolor no parecen querer cambiar.
Confiados en los “pactos” con la cúpula aliancista PAN-PRD, los dirigentes se enfrascan en turbias negociaciones por las que se están viendo obligados a ceder candidaturas clave, a cambio de que en municipios específicos se adopten contrincantes menores. Es decir, algunos líderes están apostando a mandar gallos perdedores en ciertas demarcaciones, con tal de que la contraparte haga lo propio en otras.
Esto es un secreto a voces que se ha dejado ver en bastiones de la izquierda; lugares donde muchos militantes priístas cuentan con alguna esperanza de derrotar a los grupos locales, pero que no se ven respaldados por las autoridades partidistas estatales.
Tal es el caso de Asunción Ixtaltepec, importante municipio istmeño que se ha caracterizado por las apabullantes victorias de Carol Antonio Altamirano y los suyos, quienes siguiendo una estrategia sencilla, van obteniendo con paso firme posiciones clave favorecidos por el voto popular.
En dicho municipio, tierra de Jesús Chu Rasgado, muchos militantes priístas ven con preocupación que sea su mismo partido quien los boicotee. Temen ―según afirmaron a quien esto escribe― que la dirigencia estatal “meta las manos” en la designación de los abanderados sin respetar el voto de la militancia.
“Nos lo han hecho otras veces”, me decía un dirigente municipal priísta, “y nosotros hemos respetado las decisiones del partido. Pero en estos tiempos Ixtaltepec requiere que el PRI lance a sus mejores hombres para tratar de recuperar el Ayuntamiento. Si la dirigencia allá en Oaxaca apoya al candidato o candidata que respalde la militancia, tenemos posibilidades de dar la pelea. Pero si nos imponen a un fulano sin arraigo, no hay ninguna esperanza”.
Por el momento, quien comentó lo anterior, prefiere que no se revele su nombre, pero las voces que se escuchan en Ixtaltepec, en cuanto a la contienda por la alcaldía, se oyen también en otras zonas, referente a las candidaturas para la diputación local.
Si el partido más antiguo de México quiere recuperar Oaxaca, debe renovarse, cosa que debe empezar respetando a sus militantes…