Por Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 2/Ene/2013]
El mundo sería tedioso sin ciclos. Gracias a que los festejos se repiten simbólicamente en el tiempo cada 365 días, los seres humanos podemos dotar la vida de cierta coherencia.
Con cada nuevo año se abre una puerta de oportunidades inimaginables. Con la finalización de un período de doce meses tenemos ocasión de cerrar heridas o darle vuelta a la página. Asimismo sucede con los proyectos al servicio de la ciudadanía.
El año que acaba de concluir fue de muchos cambios a nivel político en el país y en nuestra región: terminó el sexenio de Felipe Calderón, así como los doce años del panismo al frente del Gobierno mexicano; surgió el movimiento juvenil #YoSoy132, con las esperanzas y desilusiones ya conocidas; reapareció mediáticamente el EZLN (que en realidad, nunca se fue); se radicalizaron las protestas políticas… Pero, algo no menos importante: México fue de los pocos países que se mantuvo económicamente estable en un año de terribles crisis en el mundo.
A nivel estatal los habitantes sufrimos muchas decepciones con el gobierno de la alternancia. Grupos políticos de todas las tendencias sujetan por todos lados al Gobernador, lo que ha impedido en buena medida que se cumplan las promesas de campaña.
En nuestra región los proyectos de generación de energía eólica siguieron implementándose, con la salvedad de que en el pueblo ikoots (huave) de San Dionisio del Mar un sector importante de comuneros presentó resistencia contra Mareña Renovables. En Salina Cruz se inauguró Liverpool, y en Tehuantepec Coppel. En Juchitán siguieron creciendo los grupos de mototaxistas y la ciudad fue más caótica que de costumbre.
¿Qué podemos esperar este año? Lo que queramos, pues la realidad que deseamos debe ser construida entre todos. El ciudadano tiene el deber primordial de exigir a quien rogó por su voto, y hoy lo mira de soslayo, que cumpla lo que prometió. Los políticos tienen la obligación de dar lo mejor de sí en el servicio público.
En 2013 nos veremos apabullados de publicidad partidista. Este año todos los aspirantes a munícipes se convertirán, como por arte de magia, en ciudadanos ejemplares: honestos, trabajadores, nobles. Veremos a personajes que jamás se acercan a la gente humilde, retratándose con ellos en aras de cosechar simpatías.
Pero no todo debe ser malo. De ahora en adelante hay doce meses para intentar ser mejores personas. Porque cuando una sociedad está enferma, aplica la premisa de que en la medida que cada uno mejore, contribuye a que la sociedad también lo haga. En ese sentido seguiremos cumpliendo cabalmente la misión de informar con la verdad, sin miedo y con responsabilidad.