Irán se encuentra en el ojo del huracán. Si bien, desde años atrás, el país persa ha estado bajo amenaza de ataque por parte de las potencias occidentales que la acusan de querer construir un arma nuclear, en meses recientes dichas amenazas aumentaron.
Irán forma parte de lo que la administración norteamericana, encabezada en ese entonces por George W. Bush, denominó el ‘Eje del mal’, que integraban además Corea del Norte e Irak. El régimen de este último país fue derrocado desde hace nueve años. Todos fuimos testigos de la muerte en la horca de Sadam Hussein. El Gobierno de Corea del Norte sigue en pie, lo que se debe, en no poca medida, a que consiguió hacerse de ‘la bomba’ hace algunos años.
¿Medio Oriente será nuevamente escenario de la próxima conflagración?, ¿se desatará la Tercera Guerra Mundial?, ¿se atreverá el Estado de Israel a embestir a la República Islámica de Irán? Éstas y otras preguntas están haciéndose los principales líderes del mundo y, por supuesto, las personas preocupadas por la supervivencia de nuestra especie, pues la Tercera Guerra sería la última. Después, simplemente no existiría el género humano.
Desde que Tucídides escribió su célebre Historia de la Guerra del Peloponeso, hace 2400 años, se habla de las causas reales en contraposición con las aparentes. En su época, la razón aparente que desató la guerra entre las principales ciudades-Estado griegas fue un conflicto menor en la isla de Corcira. No obstante, Tucídides fue capaz de reconocer el creciente poderío de Atenas, que Esparta no podía tolerar, como el motivo real.
En torno al encendido debate geopolítico contemporáneo, está la supuesta intención, por parte de Irán, de dotarse de armamento nuclear. Sin embargo, es su progresiva influencia, que amenaza la presencia estadounidense en la zona y el indiscutible liderazgo israelí, la que estaría detrás de todo este asunto. Los persas (iraníes) no conforman un país menor, ya que, a diferencia de Irak o Afganistán, ellos superan los 80 millones de habitantes y cuentan con importantes dotaciones de armamento, principalmente misiles de corto, mediano y largo alcance. La nación persa también mantiene una postura nacionalista que vela por sus intereses estratégicos, misma que la ha obligado a lidiar con los equilibrios geopolíticos, pues mientras vive distanciado de Estados Unidos y Europa, mantiene estrechas relaciones con China y Rusia.
Irán desea ser reconocido como potencia regional, al igual que lo son Israel, Turquía y Arabia Saudita. Irán desea que se le permita acrecentar su poderío económico mediante la diversificación de sus productos; por tanto, quiere desarrollar la tecnología nuclear para depender cada vez menos de la producción petrolera. Los iraníes saben que una economía dependiente de la producción de materias primas está condenada al estancamiento.
Pero la República Islámica de Irán cuenta, además, con un arsenal ideológico, ya que en dicha nación se llevó a cabo la rebelión del Ayatola Jomeini que condujo a la instauración del actual régimen. Los iraníes son solidarios con la causa de la liberación de Palestina; los iraníes no reconocen al Estado de Israel, porque --argumentan-- es fruto del colonialismo del siglo XX; los iraníes no aceptan la presencia norteamericana en la región, pues --exponen-- tiene el único propósito de despojar de sus recursos naturales, principalmente petróleo, a los países musulmanes.
Por su parte, el Estado de Israel sabe que un Irán poderoso constituye una amenaza estratégica para sí mismo --aunque no una amenaza existencial--, pues el pueblo hebreo dejaría de tener el control absoluto sobre las decisiones de la región. Hasta ahora la hegemonía israelí ha sido indiscutida; pero con una potencia cercana, cualquier asunto de carácter regional tendría que ser consensado, como sucedió en los tiempos de la Guerra Fría, en que el temor a la mutua destrucción, entre Estados Unidos de América y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), los contuvo en ciertos márgenes de maniobra.
¿Habrá guerra? Pese a lo que dicen los grandes medios informativos, es poco probable, porque lo único que se conseguiría en caso de un ataque a Irán, sería destruir parte de sus instalaciones nucleares. El régimen seguiría en pie, y los ciudadanos se aglutinarían en torno a sus autoridades. En cambio, el riesgo por dicha ofensiva es de dimensiones catastróficas, porque Irán está en condiciones de responder atacando las bases militares norteamericanas en los países del Golfo Pérsico y las principales ciudades israelíes, pero, sobre todo, porque Irán cuenta con la posibilidad de paralizar el transporte de una quinta parte del petróleo mundial, pues barcos cargueros transitan a pocos kilómetros de sus costas por el Estrecho de Ormuz.
Sin embargo, las decisiones políticas no siempre son bien calculadas, y así como otras generaciones de líderes mundiales fueron capaces de comenzar guerras que aniquilaron a decenas de millones de personas, la nuestra podría ser capaz de cometer iguales equivocaciones. Hubo locos antes, puede haber locos ahora…
_______
Texto publicado en Enfoque Diario el martes 21/Feb/2012. Publicado en Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca el miércoles 22/Feb/2012.