Algo cambió en el orden mundial durante las semanas recientes. Los principales medios de prensa en el mundo lo notan, pero optan por callar.
Es difícil aceptar que todas las predicciones de los grandes analistas estaban equivocadas. La República Islámica de Irán, heredera histórica y cultural del poderoso Imperio Persa no sólo se negó a postrar las rodillas ante las grandes potencias occidentales, sino que ahora está reescribiendo las reglas geopolíticas en la región más importante del planeta, fuente vasta de recursos energéticos.
Persia o Irán (el "país de los arios") está en Asia Occidental (Medio Oriente), al sur de Rusia, al Este de Irak, al oeste de Paquistán y Afganistán, al norte de Arabia Saudita. Aunque son de religión islámica, en su vertiente chií, los persas no son árabes. Su idioma es el farsí y su cultura es milenaria.
Cuando era satélite de Reino Unido, Irán gozaba del beneplácito estadounidense. Hasta una planta nuclear se construía en su suelo. Sin embargo, hace cuatro décadas una revuelta popular echó a las élites gobernantes. Comenzó desde entonces el período de los ayatolas: un cuerpo dirigente eminentemente religioso, apoyado en un casta de servidores públicos "civiles". La Revolución Islámica encabezada por el ayatola Jomeini, se enfrentó a una dura guerra contra Irak, en ese entonces gobernada por Sadam Hussein (cuando éste era un gran aliado de los estadounidenses). Resistió y salió fortalecida.
Los ayatolas entendieron que para garantizar la continuidad del proceso revolucionario necesitaban un ejército leal a toda prueba. Nació entonces el Cuerpo de Guardianes de la Revolución; soldados eficazmente entrenados que obedecen principalmente al mando religioso y que sirven como factor de equilibrio interno.
Estos Guardianes de la Revolución apoyaron resueltamente a los chíitas del sur del Líbano, invadida en los años ochenta por Israel. Surgió, por ello, el Partido de Dios, más conocido como Hezbolá, único ejército árabe que infunde terror a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Seyed Hassan Nasralá, su líder, recientemente propinó una humillación a los israelíes, obligándolos a evacuar sus posiciones en la frontera común, después que éstos mataran a dos jóvenes combatientes libaneses en Siria, mientras luchaban contra los terroristas de Al Qaeda y de ISIS (el llamado 'Estado Islámico').
El frente libanés no sólo se mantiene firme y estable gracias a los persas y a Hezbolá, sino que ha dado la pauta para poner en práctica algunas estrategias bélicas ante el adversario israelí, tales como la paciencia estratégica, el uso de drones militares o los misiles de alta precisión.
En otro frente, una coalición encabezada por Arabia Saudita mantiene asediado al empobrecido país de Yemén. Este pequeño Estado de la península arábiga solicitó el apoyo de la Revolución Islámica quien se lo concedió. Recientemente los yemeníes destruyeron parte de la infraestructura petrolera del mayor productor de crudo del mundo. Amenazaron, asimismo, con destruir los altos rascacielos de Dubai, si Qatar no se retiraba de la coalición en su contra. Para esta fecha, Arabia Saudita, Qatar, Bahréin y otros principados, son los principales interesados en firmar la paz.
La República Islámica de Irán acaba de retirarse del Acuerdo Nuclear, después de que Donald Trump hiciera lo propio hace más de un año. Las garantías de Europa, Rusia y China no fueron suficientes para disuadir a Irán de volver a la carrera armamentista, ya que Estados Unidos había impuesto graves sanciones económicas al país persa, aún cuando se había comprometido a retirarlas, a cambio de que aquéllos dejaran de desarrollarse en temas nucleares. En algunos años probablemente se anunciará que Irán ingresa al pequeño club de estados con armamento atómico y, cuando eso pase, no quedará duda de que la tierra que vio nacer a Ciro el Grande ha vuelto a convertiste en una potencia mundial.
Sáb 28/Sep/2019