Gubidxa Guerrero
¿Qué pensaría el mundo si un país como el nuestro espiara a sus vecinos --con quienes no tiene disputa alguna-- a través de medios electrónicos sofisticados? ¿Qué diría el gobierno guatemalteco u hondureño si México grabara las conversaciones de sus mandatarios tal sólo para saber lo que charlan en el círculo más cerrado del poder centroamericano? Muy probablemente esos jefes de Estado y la misma Organización de la Naciones Unidas (ONU) pondrían el grito en el cielo y el asunto terminaría en un grave conflicto diplomático.
Este ejemplo algo fantasioso es muy real entre las potencias del mundo. Para nadie es ya un secreto que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos se la ha pasado espiando a personalidades del orbe. Es natural que la primera potencia del mundo utilice los medios más avanzados para hacer un marcaje personal a sus aparentes adversarios. Pero lo que indignó hace algunos años a la opinión pública fue que el espionaje no sólo lo dirigía hacia los enemigos declarados, sino hacia los supuestos aliados.
Hace un par de días WikiLeaks filtró una serie de documentos que revelan el espionaje al que fueron sometidos los tres últimos mandatarios de la República de Francia, lo que reavivó el tema. Tanto Jacques Chirac, como Nicolás Sarkozy y Françoise Hollande fueron víctimas del espionaje yanqui. Según la información dada a conocer por dos diarios franceses, entre 2006 y 2012 la NSA interceptó ilegalmente las conversaciones telefónicas de los tres jefes de Estado, de varios ministros y consejeros presidenciales y del Embajador de Francia en Washington. Curiosamente, Hollande trató en alguna de esas conversaciones la preocupación por el espionaje estadunidense sobre los gobiernos amigos.
El presidente estadunidense, Barack Obama, se comunicó este miércoles vía telefónica con su homólogo francés para reiterarle la disposición de “terminar con prácticas del pasado que son inaceptables entre aliados”.
Francia es uno de los países que integra el coro que vocifera en contra de Vladimir Putin y la potencia rusa. El gobierno francés ha sido leal a Estados Unidos en el nuevo episodio de la Guerra Fría entre Rusia y algunas potencias occidentales; tanto así que canceló la entrega de los portahelicópteros Mistral. Sin embargo, no son Putin ni el Kremlin los que espían a Francia. Es la Casa Blanca que, con estos hechos, sigue comportándose como el imperio que es.
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Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 26/Jun/2015.