Gubidxa Guerrero
Parece que el gobernador del Estado de Chiapas, Manuel Velasco Coello, ha aprendido bien la lección: exponer su vida sentimental hasta donde la pueda controlar mediáticamente.
Para nadie es un secreto que el joven mandatario está siguiendo los pasos que convirtieran a Enrique Peña Nieto en Presidente de la República. Ha sabido cuidar su aspecto físico, se “consiguió” una novia de la farándula que en su momento fue seguida por millones de jóvenes de toda América Latina, realiza apariciones en revistas del mundo del espectáculo y tiene a un ejército de publirrelacionistas aconsejándolo.
Con todo y eso, no ha estado exento de escándalos, como cuando abofeteó a uno de sus colaboradores, episodio que pudo salirle más caro (costarle inclusive la candidatura presidencial) de no ser por la estrategia de “control de daños” que idearon sus asesores de imagen, mismo que implicó una disculpa pública y hacer como que le devolvían el cariño.
Pero así como en la guerra, en la política no se pueden aplicar idénticamente las tácticas para vencer a un adversario. El gobernador chiapaneco se ha dado cuenta que seguir exactamente los mismos pasos de Enrique Peña Nieto hará que sus contrincantes en la arena electoral sepan qué esperarse y cómo combatirlo.
Al Presidente de México le encontraron el punto débil: Angélica Rivera. Sí, la mujer que en su momento utilizó para complacer a las masas; el personaje de telenovela que con el apodo de Gaviota mantuvo a millones de mexicanos atentos a sus televisores para no perderse un capítulo de la historia que representaba. La Primera Dama protagonizó un episodio bochornoso con la llamada Casa Blanca de Las Lomas, residencia a su nombre que estaba pagando en cómodas mensualidades con un contratista que había sido favorecido por su marido cuando éste era gobernador del Estado de México. El escándalo llegó a tal grado, que la actriz tuvo que realizar una declaración pública aclarando el origen de la vivienda y demás pormenores.
Pero a este asunto han seguido otros que han indignado a los televidentes (quiero decir de los electores), como cuando las hijas de la “señora de la casa” se fueron de compras a lujoso centro comercial de Estados Unidos, o cuando su maquillista presumió en Twitter que se iba hasta China en el avión presidencial.
Los adversarios de Manuel Velasco desean convertir a su joven esposa, Anahí, en blanco de sus ataques para desbancar a uno de los más claros competidores en la carrera presidencial de 2018. Saben que la cantante y actriz puede cometer fallos que la hagan objeto de burlas o indignación popular, dependiendo la falta.
Por tal razón todo mundo especuló acerca de cómo y dónde se realizaría la boda entre el político y la estrella juvenil. Los críticos esperaban un derroche sinigual. Lujos por doquier, invitados del más alto nivel. Total, un fiestón memorable, digno de la descalificación, debido a que ambos habitan el Estado más pobre de nuestro país.
Pero grande fue la sorpresa cuando Manuel y Anahí contrajeron nupcias casi secretamente. Se casaron en San Cristóbal de las Casas el fin de semana pasado, de forma relativamente modesta. El episodio se convirtió en la noticia del mes, aunque ningún medio noticioso lo haya cubierto presencialmente. El gobernador chiapaneco prefirió dar un paso seguro de camino a Los Pinos. Sin duda, una muy buena jugada que nadie esperaba.