Destrozos en Bellas Artes. |
Por Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 04/Dic/2012]
Enrique Peña Nieto no pudo ser más afortunado. Como anillo al dedo se encontró en medio de actos vandálicos durante su toma de posesión; precisamente en las afueras de San Lázaro.
Jóvenes desesperados y frustrados con la victoria del ex gobernador mexiquense, grupos de anarquistas y, por su puesto, los infiltrados de siempre, dieron al nuevo Presidente de México el pretexto perfecto para satanizar a sus opositores.
Fue muy irresponsable arriesgar la integridad física de las personas. Irresponsable también fue que unas cuantas decenas de indignados (de los millones que lo están) destruyeran bienes patrimoniales y pintarrajearan, por ejemplo, el Hemiciclo a Juárez, sabiendo lo que ello implica. Y resulta condenable tanto porque se destruyeran bienes privados y públicos, como por el nocivo efecto que tendrá en muchas personas: rechazo y miedo.
Los actos vandálicos me parecieron, parafraseando a José Fouché, más que un crimen, una equivocación. Una triste y contraproducente equivocación. Porque, siendo honestos, la responsabilidad última de los desmanes del sábado, corresponde a grupos bien identificados, que defienden abiertamente la violencia contra establecimientos (no contra personas) como táctica válida. Deslindarse de los desmanes con el clásico “yo no fui” es lo más sencillo. Acusar a porros al servicio del PRI de actos que también perpetraron jóvenes de izquierda, es simplista. Si todos los que agredieron y golpearon fueran porros, como algunos sostienen, ¿por qué se está pidiendo la liberación de muchos de ellos?
Resulta paradójico que en la manifestación que convocó Andrés Manuel López Obrador en el Ángel de la Independencia no hubiera violencia. De hecho, en ocho años de las movilizaciones por él encabezadas (desde el desafuero) no se han generado actividades similares. Si fuera tan sencillo infiltrar gente y reventar una marcha, ya se hubiera hecho antes… Es obvio que en las inmediaciones de San Lázaro hubo gente que, sin ser priísta, incitó a cometer desmanes por muchas y diversas razones. Mientras la oposición no reconozca eso, siempre se estará justificando y jamás aprenderá de los yerros.
Por donde lo veamos, la violencia irracional es idiota, así venga del Gobierno o de la sociedad. Hasta las estrategias violentas deben ser bien pensadas. Lo del sábado fue vandalismo simple y absurdo, que no iba a dejar nada bueno, más allá de tener los elementos para satanizar a los millones de opositores pacíficos. Pero si lo que querían era hacerle el favor al inquilino de Los Pinos, sugiero que para completar la tarea vayan a pintarrajear el Templo Mayor...