Opinión: Apoyando el neozapatismo…

Marcha del EZLN el 21 de diciembre de 2012



Por Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 3/Ene/2013]

Si algo caracterizó al viejo PRI (el de los años sesentas y setentas, el del nacionalismo “revolucionario”) fue su disparidad entre los dichos y los hechos. Los priístas tradicionales podían vociferar contra la Iglesia Católica desde la tribuna, mientras iban dócilmente a misa dominical; podían, también, acusar al “imperialismo yanqui”, mientras sus líderes se iban de vacaciones al vecino país del norte; podían, finalmente, hablar de justicia social y de políticas públicas a favor de los que menos tienen, mientras México se volvía más desigual.
     Esa cualidad permitió que este partido longevo sobreviviera y se “renovara” periódicamente; ya que, cuales encantadores de serpientes, siempre daban por su lado a todos. Y así lograron ser aliados de los gobiernos estadounidenses y de Fidel Castro; de este modo pudieron apoyar a ciertas guerrillas centroamericanas, mientras asesinaban campesinos en Guerrero o reprimían estudiantes en Tlatelolco. 
     Las dificultades comenzaron al llegar los tecnócratas; personajes grises sin tacto, que en aras de aplicar recetas económicas rígidas, cometieron la equivocación de mostrarse como son: insensibles al sufrimiento popular, e indiferentes ante el clamor mayoritario. De este modo el PRI fue perdiendo simpatías entre las bases y la cúpula partidista, de tal manera que un sector importante renunció a sus filas para fundar el PRD. Después, los priístas terminaron perdiendo la presidencia de la República a manos del PAN.
      Doce años fueron suficientes para que el desencanto de millones de mexicanos los empujara de nuevo a Palacio Nacional. Y si de algo les sirvió la derrota fue para aprender de los desaciertos ochenteros y noventeros. Gente como Manlio Fabio Beltrones y Beatriz Paredes sacaron al tricolor del atolladero electoral y lo revitalizaron con un solo ingrediente: el buen decir.
     Los priístas no han cambiado. De hecho, quizá hoy sean más corruptos e insensibles que ayer. El fondo de ese instituto político sigue siendo de nepotismo y deshonestidad. Sin embargo están impulsando una “nueva” manera de gobernar, que a las generaciones actuales puede entusiasmar. 
     Enrique Peña Nieto promovió el Pacto por México, que retoma postulados históricos de la izquierda mexicana (encarnados actualmente en el PRD, PT y Morena), así como principios defendidos por el panismo tradicional. Es decir: el titular del Ejecutivo está dando a cada quien por su lado. 
    Tal como en la industria del vestido se regresa a viejas modas, los priístas jóvenes están retornando a las recetas populistas setenteras. El nuevo estilo de gobierno es muy similar al viejo. Y confunde a muchos de quienes no vivieron en esa época, o saben poco de José López Portillo y Luis Echeverría. 
     En este contexto se enmarcan las declaraciones de apoyo del joven Gobernador chiapaneco, Manuel Velasco Coello, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Luego de casi veinte años, el PRI ―contra el que se levantaron los indígenas chiapanecos en 1994― afirma que deben ser aprobados los Acuerdos de San Andrés en materia de derechos y cultura indígenas.
     A muchos sorprende que un mandatario estatal priísta diga: “Respetaremos el derecho a la resistencia y autodeterminación de los zapatistas”. Prometer no empobrece. Lo que en realidad está sucediendo es el regreso a viejas fórmulas. Sólo que hay una pequeña diferencia: la sociedad contemporánea tiene herramientas a su disposición que pueden permitirle exigir el cumplimiento de los dichos. De la exigencia social de rendición de cuentas dependerá, en gran medida, que tengamos mejores gobiernos.

Opinión: Bienvenido 2013



Por Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 2/Ene/2013]

El mundo sería tedioso sin ciclos. Gracias a que los festejos se repiten simbólicamente en el tiempo cada 365 días, los seres humanos podemos dotar la vida de cierta coherencia. 
     Con cada nuevo año se abre una puerta de oportunidades inimaginables. Con la finalización de un período de doce meses tenemos ocasión de cerrar heridas o darle vuelta a la página. Asimismo sucede con los proyectos al servicio de la ciudadanía.
     El año que acaba de concluir fue de muchos cambios a nivel político en el país y en nuestra región: terminó el sexenio de Felipe Calderón, así como los doce años del panismo al frente del Gobierno mexicano; surgió el movimiento juvenil #YoSoy132, con las esperanzas y desilusiones ya conocidas; reapareció mediáticamente el EZLN (que en realidad, nunca se fue); se radicalizaron las protestas políticas… Pero, algo no menos importante: México fue de los pocos países que se mantuvo económicamente estable en un año de terribles crisis en el mundo.
     A nivel estatal los habitantes sufrimos muchas decepciones con el gobierno de la alternancia. Grupos políticos de todas las tendencias sujetan por todos lados al Gobernador, lo que ha impedido en buena medida que se cumplan las promesas de campaña. 
     En nuestra región los proyectos de generación de energía eólica siguieron implementándose, con la salvedad de que en el pueblo ikoots (huave) de San Dionisio del Mar un sector importante de comuneros presentó resistencia contra Mareña Renovables. En Salina Cruz se inauguró Liverpool, y en Tehuantepec Coppel. En Juchitán siguieron creciendo los grupos de mototaxistas y la ciudad fue más caótica que de costumbre.
     ¿Qué podemos esperar este año? Lo que queramos, pues la realidad que deseamos debe ser construida entre todos. El ciudadano tiene el deber primordial de exigir a quien rogó por su voto, y hoy lo mira de soslayo, que cumpla lo que prometió. Los políticos tienen la obligación de dar lo mejor de sí en el servicio público.
     En 2013 nos veremos apabullados de publicidad partidista. Este año todos los aspirantes a munícipes se convertirán, como por arte de magia, en ciudadanos ejemplares: honestos, trabajadores, nobles. Veremos a personajes que jamás se acercan a la gente humilde, retratándose con ellos en aras de cosechar simpatías.
     Pero no todo debe ser malo. De ahora en adelante hay doce meses para intentar ser mejores personas. Porque cuando una sociedad está enferma, aplica la premisa de que en la medida que cada uno mejore, contribuye a que la sociedad también lo haga. En ese sentido seguiremos cumpliendo cabalmente la misión de informar con la verdad, sin miedo y con responsabilidad.

Artículo: Labrada de cera

Mesa de Santos de la casa de Ta Pascual Chente,
ubicada en el Callejón de los Leones.


Por Gubidxa Guerrero


[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 30/Dic/2012]

Los pueblos zapotecas poseemos una rica cultura que se manifiesta a cada momento. Hasta los actos aparentemente más cotidianos tienen singular significado, que paulatinamente vamos comprendiendo.
     ¿Quién no ha visto pasar a las niñas y adolescentes, con flores en el pelo, ofreciendo marquesote con leche hasta la puerta de las casas? Esta escena tan común tiene una razón de ser, pues forma parte del ciclo ritual de las Sociedades tradicionales; específicamente del momento llamado labrada de cera.
     Como su nombre lo sugiere la labrada de cera es el día en que se debe dar forma a los cirios que serán utilizados durante la misa en honor a quien personifica la fe de determinado grupo de personas. Así, algunos se la dedican a la Cruz, otros a algún Santo o Santa. 
     El cambio de mayordomía, la procesión, la labrada de cera, la misa, la vela, la regada de frutas, la lavada de ollas son momentos de un ciclo festivo anual organizado por personas que de esta manera dan gracias por las bondades recibidas o, simplemente, para perpetuar una tradición ancestral.
     Probablemente durante la época prehispánica los ritos se dedicaban a los dioses zapotecas, pero luego de la conquista española, y la adopción de la religión católica, se hicieron los ajustes necesarios para que fueran permitidos por las nuevas autoridades religiosas. El caso es que en cada nueva ceremonia se perciben las antiguas creencias.
     Durante la labrada de cera suena la flauta y el tambor (Pitu nisiaba o Muní, como le dicen en zapoteco), así como los cohetes, mediante los cuales se convoca a los vecinos. Este día se prepara nisiaba ne bupu (‘atole con espuma’) para dar a los asistentes; también se sirve tamal de dulce y pan bollo.
     Las jovencitas salen a “vender” leche (en realidad es de cooperación voluntaria). Deben acudir solamente doncellas, por lo que van niñas y adolescentes. Se lleva una jarra de leche con trocitos de pan marquesote, y lo recaudado sirve como aportación a las festividades. Bellas y olorosas flores adornan las bandejas con que salen las muchachas durante toda la mañana.
     El sábado 29 de diciembre de 2012 se realizó la labrada de cera de la Sociedad de San Vicente Ferrer Gola, Patrono de Juchitán. La cita fue en casa de Ta Pascual Chente, ubicada en el Callejón de los Leones entre Hidalgo y Obregón. Fue hermoso ver llegar a las doncellas que fueron a ofrecer leche y marquesote. Esto es Guidxiguié’, Juchitán de las flores.