Yase, el perro fiel

Grabado de Gregorio Guerrero
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 15/Jun/2014]

Una extraña creencia comparten varios pueblos del mundo: piensan que los caminos de la muerte son largos e inciertos. No se trata de un abrir y cerrar de ojos, sino de todo un recorrido que el ser humano emprende al momento de expirar.

Los zapotecas, al morir, también comienzan su recorrido al ‘más allá’. Nadie sabe exactamente dónde quede ese lugar. Antes, se decía que estaba nueve niveles debajo de la tierra. Luego llegaron los castellanos del otro lado del mar y comenzó a correr la versión de que ese ‘más allá’ se encuentra por sobre nuestras cabezas, es decir, en el cielo.

Artículo: ‘La Ixhuateca’, Son de Ta Chalo Pineda




Por Gubidxa Guerrero 

San Francisco Ixhuatán está de fiesta. Hoy 2 de febrero se celebra la fiesta grande en dicha población zapoteca: la Virgen de la Candelaria. Como todos los pueblos istmeños, Ixhuatán (Guidxi Yaza, en lengua zapoteca) cuenta con personas destacadas. En las letras, el gran Andrés Henestrosa, quien llegó a formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua. En el deporte, Javier Aquino, medallista olímpico en Londres 2012 con la Selección Mexicana de Fútbol. 
     
Como todos los pueblos, Ixhuatán también cuenta con su Son tradicional. La razón de este escrito es aclarar un pequeño malentendido en torno a dos temas de igual título: La Ixhuateca.
      

Historias de Ta Jacinto Lexu II. El niño y el tlacuache

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 28/Jul/2013]
 
Caminaba Ta Jacinto Lexu por las calles de Comitancillo en tiempos en que no había autobuses. Había partido de Ixtaltepec e iba con rumbo al Ojo de Agua. Un baño refrescante quería tomarse para sanar el cuerpo y aliviar su espíritu.

Mientras iba por la avenida principal vio a una comadre suya desconcertada por la petición que le había hecho su hijo menor. El niño de siete años había encontrado en un rincón de la cocina a un pequeño tlacuache. Gris era el animalito y a decir de su tamaño y de su timidez, parecía de unas pocas semanas. La mamá del chamaco quiso echarlo de la casa como primera reacción, pero él pidió a ruegos quedárselo. Y en eso estaban cuando llegó Ta Jacinto.