Gubidxa Guerrero
Desde esta columna de opinión hemos venido refiriendo noticias relacionadas a WikiLeaks y a su fundador, el australiano Julian Assange. En los últimos meses de 2010 escribimos cuando este hombre anunció la adquisición, para su posterior divulgación, de cientos de miles de documentos diplomáticos oficiales del gobierno estadounidense (ya antes había realizado vergonzosas revelaciones de las guerras de Irak y Afganistán).
Lo que WikiLeaks reveló era vox populi, pero nunca, como en esos meses, el mundo había podido constatar oficialmente la descarada intromisión de las embajadas yanquis en los asuntos internos de muchos países, e inclusive, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Tal desafío no sería perdonado. Desde entonces Julian Assange se convirtió en objetivo prioritario de la administración de Barack Obama, quien no ha dejado de buscar la manera de extraditarlo a su país, en donde los especialistas esperan una condena a cadena perpetua o, si el caso lo amerita, la pena de muerte.