Historias de TaJacinto Lexu III: De la ‘locura’ y el respeto


Ilustración de Demián Flores.
Gubidxa Guerrero

Eran las fiestas grandes en Juchitán, y Ta Jacinto Lexu pasó al hogar de unos compadres avecindados en la Quinta Sección, cerca del templo de San Vicente Ferrer. Mientras la familia hacía los preparativos para ir a una tradicional Vela, observó Ta Chintu cómo los dos jóvenes de la casa respondían altaneramente a sus padres. También se percató de que cuando la señora mandó al hijo más pequeño por un encargo suyo, éste se negó rotundamente alegando no tener ganas.

Los compadres de Ta Jacinto intentaron justificar la actitud de los muchachos, suponiendo que al librarlos de culpa, ellos mismos quedarían disculpados por la mala crianza. “Son niños, compadre”, dijo el hombre, «ya bastante tienen con ir a la escuela. Además sacan buenas calificaciones, lo que nos llena de orgullo».

Ta Jacinto respondió: «No soy quién para juzgarte, hermano; son hijos tuyos, y tanto tú como yo recibimos enseñanzas similares de nuestros padres y abuelos. Pero quisiera contarte algo que vi recientemente en San Mateo del Mar, allá con los huaves, y que me recordó el modo en que eran las cosas aquí mismo, antes de tanta bonanza económica:

Así como ahora en Guidxiguié’, estaban los habitantes de San Mateo del Mar de fiesta. Celebraban a la Virgen de la Candelaria. Yo me encontraba de pie junto a uno de los principales del pueblo, hombre de respeto que hace poco falleció, y por eso pude escuchar lo que te digo. Llegó un niño que no rebasaría los diez años y que, como los curiosos y fácilmente impresionables, miraba sorprendido todo lo que ocurría en la iglesia. Entonces vio entrar a un señor caminando trabajosamente que apenas podía tejer palabras. Carecía de sus facultades mentales. Éste tardó mucho en llegar adonde estaban los hombres de respeto y saludó a cada uno. A los más ancianos les besó la mano, y así hasta que ocupó su lugar entre la concurrencia. "Mira abuelo: un loco", dijo el pequeño. Y el hombre, con cierta paciencia, se agachó un poco para contestarle: "Hijito, en estos tiempos es más difícil saber quién está loco. La mayoría de las personas que aquí ves hablando y riendo, caminando como si nada, entraron a este lugar sin mostrar sus respetos por quienes tanto hemos hecho por el pueblo. En cambio ese hombre al que tú llamaste loco, hizo lo correcto con toda la dificultad que implicaba, y demostró tener más juicio que muchos de los aquí presentes. Cuídate pues, hijito mío, de juzgar a las personas por su apariencia, y cuídate todavía más de no seguir una conducta adecuada, porque podrías ser tachado de irrespetuoso y vulgar, que es mucho peor que nacer loco por disposición divina". El niño quedó quieto varios minutos, como digiriendo lo que su abuelo le había enseñado ese día, y se marchó del lugar a jugar con los de su edad». 

Algunas impresiones sobre el conflicto Ucrania vs Rusia



Gubidxa Guerrero

- Muchos amigos me preguntan acerca del conflicto Ucrania vs Rusia, que más bien debería decirse OTAN vs Rusia.

Mis alumnos de historia saben que recurro mucho a las analogías para ejemplificar los temas de estudio. Con respecto esta guerra intentaré hacer algo similar:

La primera «Gran Guerra» de este milenio es económica


*El Coronavirus es la primera ofensiva
 
Gubidxa Guerrero 

«De acuerdo con los datos del Ministerio de Salud local, para este 5 de marzo [de 2020] se registraron en Irán 3513 infectados por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Un total de 739 personas se han recuperado, mientras que el número de muertos asciende hasta el momento a 107.»*
 
Los datos en Irán, así como en los demás países constatan un porcentaje al rededor de tres puntos de mortandad. Lo que significa que si, hipotéticamente, se contagiara la tercera parte de la población mundial (2300 MDP, de 7000 MDP), morirían alrededor de 70 millones de personas por el virus.
 

Gusiubí [Cosiiopi]: ‘Rayo de viento’

Gubidxa Guerrero 

El idioma zapoteco es muy rico. En esta lengua se han hecho cantos y recitados bellos poemas. Didxazá (‘idioma de la gente za, lenguaje de las nubes’) hablaban los constructores de Monte Albán (Dani Beedxe’ – ‘Cerro del Jaguar’) y Mitla, de Dainzú y Yagul; los hombres y mujeres que edificaron Guiengola.
Nuestros grandes señores, quienes rigieron a nuestro pueblo, se nombraron según la usanza mantenida durante miles de años, con palabras construidas con significados precisos. 
Al hablar del último soberano de la nación zapoteca irremediablemente pensamos en Cosijopii, señor de Tehuantepec (otras fuentes lo llaman Goziobij). Según opinión generalizada desde la antigüedad, su nombre significa ‘Rayo de viento’. Sin embargo, muchos hablantes del zapoteco contemporáneo dicen no reconocer tal significado en tanto que Cosijo y Pii son palabras que no les remiten a nada.

La vergüenza de no hablar zapoteco

Fotografía.- Alejandro Sibaja.
Por Gubidxa Guerrero

Hace poco presencié una escena no poco común en nuestra región istmeña. Un señor con aires de intelectual reprendía severamente a una joven por no saber hablar el idioma zapoteco. De forma un tanto grosera, el sujeto decía más o menos esto: “¡cómo es posible que no hables didxazá!; ¿no sabes, acaso, que la lengua es un pilar de nuestra cultura e identidad?; ¿no sabes que el zapoteco es hermoso y de igual valor que el castellano o el inglés?”. La joven no sabía qué decir, y trataba de ocultar su vergüenza respondiendo tímidamente: “es que mis padres no me enseñaron”.
   
Este ejemplo representa a la perfección la paradoja de la nación zapoteca: una generación adulta, orgullosa del idioma heredado de sus ancestros, que no lo transmite; y una generación joven, orgullosa de la identidad binnizá, pero avergonzada por no saber hablar su lengua.   

Ingobernabilidad

Gubidxa Guerrero

Quien osara entrar en días recientes a la capital comercial del Istmo, Juchitán de Zaragoza, se llevaría una desagradable sorpresa: el primer cuadro bloqueado en los principales cruces de avenidas por volteos y "carretones"; las calles oliendo a estiércol de caballo, pues estos animales son los que jalan los vehículos recolectores de basura. Para decirlo en pocas palabras: Juchitán ingobernable.

Las razones de estos nuevos bloqueos son variadas. Por un lado, se encuentran algunos empresarios del ramo de la construcción que exigen les sean asignadas obras públicas a costa del erario. Por otro, los 'carretoneros' que diariamente recogen la basura que produce esta ciudad de 100 mil almas y que exigen asuntos relacionados a su tarea.

¿Qué pensarían si el día de mañana las vendedoras de tamales de El Tule desquiciaran la ciudad exigiendo les fueran comprados sus productos por la autoridad municipal? ¿Qué sucedería si los sastres o zapateros bloquearan calles y avenidas de Zaachila reclamando la adquisición, por parte del Ayuntamiento, de cientos de piezas? Además de ridículo, consideraríamos estas demandas fuera de toda proporción.

No me he cansado de repetir que cualquier forma de lucha que perjudique al pueblo es ilegítima (ojo: 'la forma', no la lucha en sí misma, que pudiera ser justa o no, dependiendo muchos factores). Pero en el presente caso, atendiendo sobre todo a los constructores movilizados, podemos decir que es hasta ilegal, dado que existen normas y procedimientos que deben cumplirse para que cualquier proyecto sea asignado. ¿Les suena el término 'licitación'?

Memorias del Barrio Guendalisaa I: Na Gláfira Pineda Esteva

 
Al centro, Gláfira Pineda Esteva
Gubidxa Guerrero 

A finales del siglo diecinueve, exactamente el 13 de enero de 1889, vio la luz Gláfira Pineda Esteva, hija de Apolinar Pineda Orozco y Natividad Esteva Vázquez; nieta de Miguel Pineda y María Orozco, así como de Mariano Esteva y Leonarda Vázquez. Mujer de memoria prodigiosa, que vivió noventa y seis años, con salud y lucidez envidiables. Abuela, bisabuela y tatarabuela de varios vecinos de las calles céntricas de Juchitán, por el rumbo que hemos denominado Barrio Guendalisaa. Familiar de casi todos.

Habló únicamente el idioma de sus ancestros, el zapoteco. En didxazá, refería a más de uno su parentesco con la heroína juchiteca Petrona Esteva, mejor conocida como Tota Taati’, quien en la gesta del 5 de septiembre de 1866 arengara a los varones a que repelieran el ataque de los franceses y quien, en compañía de otras aguerridas mujeres, tomara parte en la batalla que culminó con la victoria de los republicanos sobre el ejército de Maximiliano de Habsburgo.

Quizás por ese parentesco con Tona Taati’, la joven Gláfira se hizo aficionada a los relatos bélicos. Pudo escuchar de testigos presenciales historias sobre los personajes juchitecos, como José Gregorio Meléndez o Albino Jiménez, quienes encabezaron distintas rebeliones armadas contra los gobiernos de Oaxaca, defendiendo los bienes comunales y exigiendo la autonomía política del Istmo.

Ta Darío Flores Pantaleón. Maestro pirotécnico

 

Ta Darío Flores Pantaleón

Existen en Salina Cruz muchas historias vivientes; personajes que dan identidad y reafirman el carácter multiétnico y pluricultural de este importante puerto del Pacífico mexicano.

El pueblo chontal tiene innegable presencia en la ciudad antedicha, habitada también por huaves, zoques y zapotecas, así como por personas de origen chino, inglés, alemán, libanés y de tantas otras nacionalidades e idiomas.

En Santa María Candelaria, Distrito de San Carlos Yautepec, está enterrado el ombligo del señor Darío Flores Pantaleón, abuelo nacido el 19 de diciembre de 1935, hijo de Juan Flores y de Juliana Pantaleón, hablantes de chontal, una de las lenguas del antiguo reino de Tehuantepec.  

Ta Darío es cohetero, como popularmente se dice al maestro pirotécnico. Y uno de los mejores del país, según el reconocimiento del Concurso de la Cuarta Feria Nacional de la Pirotecnia, organizado por el gobierno del Estado de México y el Ayuntamiento de Tultepec, "capital de la pirotecnia", en el que ocupó un dignísimo quinto lugar entre participantes de toda la República mexicana y Centroamérica. 


De Santa María Candelaria partió siendo niño, a finales de los años cuarenta. Su familia se trasladó a San Pedro Huamelula, donde residían unos parientes. Cohetero también, el padre de Ta Darío fue quien le enseñó el oficio y lo llevó a conocer pueblos y ciudades circunvecinas. Salina Cruz, Huilotepec y Santiago Astata fueron algunas de las poblaciones que frecuentó, donde su padre "ya había quemado castillos". 

Una historia del Señor Viento

Ilustración: Gregorio Guerrero
Gubidxa Guerrero

En tiempos nuestros las cosas parecen no tener chiste. A todo le encontramos una "explicación científica" carente de alma. Sí, de alma, porque hasta las historias deben tener su esencia para ser creídas. ¿Cómo puede una persona hacer caso a un estudioso si sus dichos no tienen lógica cotidiana? Por mucho que alguien quiera explicar que la Mudubina es una simple flor nocturna, esta versión no superará a la razón de los pueblos, que tiene más sentido: es la contraparte femenina de su pareja Xtagabeñe, pretendiente presto con quien alterna sus sueños.