Gubidxa Guerrero
El mundo supo primero de la explosión con coche-bomba en Oslo, Noruega. De inmediato se pensó en un atentado terrorista perpetrado por fanáticos musulmanes. Hubo hasta declaraciones al respecto. Aunque al principio la cifra de muertos se creyó de seis o siete, posteriormente se divulgó la tragedia en su verdadera dimensión: el coche-bomba no fue lo peor, sino una matanza de jóvenes en la isla de Utøya que dejó más de ochenta víctimas.
Los “terroristas musulmanes” jamás aparecieron, ni se difundió comunicado alguno de cierto grupo fundamentalista, como Al Qaeda. Antes bien, fue detenido un hombre de apenas treinta y dos años que se declaró culpable, llamado Anders Behring Breivik; quien más que de confesión islámica resultó ultranacionalista y fanático islamófobo.