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De las nubes

Gubidxa Guerrero

En los Cuarenta Días de mi madre

“¿De dónde vienen las nubes?”, preguntó Florinda a su abuela Juana. “¿Por qué caminan tan rápido?, ¿por qué algunas son gordas y otras flacas? ¿Por qué, de repente, sueltan toda su agua? ¿Por qué son tan bonitas?”, interrogaba insistente la niña.

La matriarca de la familia Velázquez Orozco se complacía con los cuestionamientos de Linda, como apodaban a la pequeña. Le sorprendía gratamente que, a su corta edad, echara a volar la imaginación.
“Mira, abuelita, ¡allá va un árbol!”, gritaba la chiquilla cuando en el horizonte veía pasar una nube con forma de matorral. Cuando, en las temporadas secas, el cielo no dejaba ver hileras de copos de algodón, ella se aburría. En cambio, los días nublados eran los más felices.

El esplendor zapoteca

Dani Beedxe' [Montaña del haguar] / Monte Albán

Por Gubidxa Guerrero Luis

Los zapotecas fuimos capaces de construir una ciudad maravillosa: Dani Beedxe’, hoy conocida como Monte Albán, en el centro de los Valles Centrales de Oaxaca, que es el vestigio más significativo de nuestro máximo esplendor. Lugar donde se materializó el desarrollo que ya tenía más de mil años, desde que habitamos San José Mogote. 

Cuando nuestros abuelos comenzaron la edificación de esta majestuosa urbe sobre los cerros, todavía no aparecía Jesucristo en Palestina, y las tribus del norte de Europa apenas eran mencionadas como salvajes remotos en los textos griegos y latinos.

De trajes estampados y lazos comunitarios istmeños

Por Gubidxa Guerrero Luis

Una señora de cuarenta y tantos años se gana la vida honradamente vendiendo en un mercado público de cierta ciudad zapoteca istmeña. Ella sola ha sabido mantener a sus hijos a base de madrugar durante muchos años.

Hace algún tiempo decidió contribuir con su comunidad absorbiendo parte sustancial de los gastos de la fiesta del pueblo. Ahorró para poder comprar gallinas y un borrego para la celebración, además de pagar el grupo musical. Acudió a muchas festividades llevando no sólo cooperación monetaria (o 'limosna', como se dice), sino reja de refrescos, cartón de cervezas o bandeja con botanas para que, cuando ella fuera anfitriona, los demás correspondieran.

Revolución, guerra civil y duelos de poder. Las ‘revoluciones’ de 1910 a 1920

Francisco Villa y Emiliano Zapata en Palacio Nacional
Gubidxa Guerrero

Noviembre es el mes de la Revolución Mexicana. Durante los últimos cien años se nos ha enseñado a venerar la figura del Apostol de la Democracia, Francisco I. Madero. Lo curioso es que la historia oficial pone en el mismo panteón de héroes a personas que guerrearon entre sí en la pugna por ideales, intereses y/o poder político.

Por mucho que la segunda década del siglo XX pretenda presentarse de un modo simple ―pueblo contra tiranía―, los hechos van mucho más allá de eso.

El villano de la historia suele ser el viejo General Porfirio Díaz, Presidente de la República por más de treinta años. Sin embargo, el dato que derrumba el mito antiporfirista afirma que Díaz renunció a los seis meses del inicio de la gesta armada, cuando no había sido tomada ninguna capital estatal y el Ejército del régimen estaba casi intacto. De hecho, las negociaciones entre el gobierno porfirista y los revolucionarios se dieron en Ciudad Juárez, población fronteriza con Estados Unidos de América. 

El pochote

Gubidxa Guerrero

Nisa nació una tarde de primavera en donde una suave brisa sopla casi todo el tiempo, entre cerros que se divisan en el horizonte. Huilotepec se llama el poblado donde esta niña morena vio los primeros rayos del sol, en la planicie costera del Istmo de Tehuantepec.

La niña "agua’ era delgada, pero con mucha energía. Por alguna extraña razón la gente pensaba que era tímida, lo que no era cierto, pues Nisa poseía una seguridad inusitada. La pequeña era, en realidad, reflexiva. Le gustaba platicar, pero no podía dividirse entre quien parlotea y quien sueña. Por tanto, prefería nadar en la profundidad de la mente. 

En Huilotepec se respira a espuma, puesto que a su espalda se encuentran dos mares: la Laguna Superior y la Mar del Sur, también llamado Océano Pacífico. Sus habitantes viven a ras del suelo. Es fácil suponer que la neblina es un fenómeno extraño, por no hablar de las nubes, que sólo se ven acercarse a las montañas de la lejanía.

En el principio del tiempo: orígenes de los zapotecas



Por Gubidxa Guerrero

“Toda obscuridad era cuando nacieron los zapotecas. Brotaron de los viejos árboles, como la ceiba. Del vientre de las fieras nacieron, como el jaguar, el lagarto”. Así describe Macario Matus, gran pensador binnizá, el origen de nuestra estirpe, el comienzo de nuestra historia.   

Bixandu'

Fotografía Juquila Ramos.
Gubidxa Guerrero Luis

Octubre es un mes especial, tal vez el más raro de los meses del año. En la región istmeña octubre huele a flores del camposanto, huele a nuestros difuntos.

Contrario a lo que sucede en otras regiones del mundo, la muerte es para los zapotecas una etapa más en el ser. Cuando uno muere físicamente, continúa vivo en otro sitio. De hecho, la muerte es apenas el comienzo de una serie de peripecias que conducen al individuo al más allá.

Un difunto necesita conocer el camino y seguir estrictamente ciertos pasos para completar su etapa. Cuando alguien pierde la vida terrena, tarda todavía varios meses en llegar al inframundo, al cielo, o al paraíso, según las creencias de cada quién. 

La persona aún necesita hacerse de un perro que lo cruce del otro lado de un caudaloso río que debe atravesar forzosamente, y demás minucias que mucha gente conoce bien.

No obstante, un aspecto importante de nuestra tradición es cuando las almas retornan cada año. No llegan en noviembre, como marca el catolicismo, sino en el mes de octubre.

Cuando llegan las almas

Altar tradicional conocido como biguié'
Gubidxa Guerrero Luis

Una vez al año muchas familias disponen lo necesario para la llegada de sus muertos. Todos vienen sin importar la edad, género o la ocupación, según antigua creencia transmitida de generación en generación desde hace miles de años.

Pero, como en toda práctica de fe, nunca faltan aquellas personas que suelen burlarse o desdeñar la creencia de sus mayores. Así era Ta Mariano Vera, señor del barrio Cheguigo, en Juchitán.

Perdió Ta Mariano a su padre una noche de diciembre. El señor de casi noventa años falleció apaciblemente en su catre. La esposa del difunto murió pocas semanas después. La mayoría pensó que, al igual que su marido, dejó de existir a causa de los años; pero los observadores supieron la verdadera razón: la tristeza que provoca la viudez. 

Historia de un niño que tomaba mucha agua de coco

Fotografía.- Rafael Pacheco Jiménez.
Por Gubidxa Guerrero

Lorenzo fue un niño travieso que vivió hace varias generaciones en Juchitán. Refieren quienes lo conocieron, que tenía ciertos dones: entendía, por ejemplo, el idioma de los zanates y de los pájaros carpinteros; sabía con anticipación cuándo ocurriría un terremoto o si sería buen año para las lluvias.

 A Lorenzo le gustaba mucho el agua de coco. Cuenta la gente que a todas horas disfrutaba de esta bebida; tanto así que le apodaban Lenchu Naga’nda, pues además acostumbraba tomarla recién salida del fruto fresco. La señora donde vivía contaba asombrada a los vecinos cómo, desde antes de aprender a caminar, a Lenchu ya le agradaba mucho esta agua.

No tuvo padres. Ta Severiano lo trajo del campo una tarde que regresaba de cacería. Todos asumieron que era huérfano, por lo que el cazador y su compañera lo adoptaron y criaron como propio. Na Laureana, como se llamaba la esposa, contó que una vez que Lorenzo enfermó, no encontraban forma de que el chamaco comiera y se hidratara. Entonces a una vecinita se le ocurrió darle de probar el agua de coco, que el niño de inmediato degustó sonriente sin dejar de beberlo nunca más.

Peculiaridades del altar y Día de Muertos Zapoteca

Gubidxa Guerrero 

La muerte es parte esencial del pueblo zapoteca y de su cultura. Desde hace milenios nuestros antepasados honraban la vida después de la vida. Lo escribí bien: la vida después de la vida. Porque, ¿saben?, uno realmente no deja de existir, como se entiende en otras partes del mundo. Uno simplemente se vuelve otra cosa.

Así como un Bidxaa (nahual) se metamorfosea en el animal de su preferencia; un binnizá adquiere otro sentido después de que su corazón deja de latir. No desaparece. No deja de existir. Sigue vivo, pero de otra manera. En otro lugar.
Hay un sentido espacial en la concepción de la muerte de los zapotecas. Hay un mundo, una realidad paralela a la nuestra, alejada de los lugares que ocupamos los vivos. De ese otro lugar vuelven los difuntos una vez al año, cuando se les concede licencia para visitar a sus parientes y amigos, cuarenta días después del equinoccio de otoño. 
En casi todo el país a los muertos se les espera en el cementerio. Pero entre los zapotecas istmeños, sobre todo en pueblos como Juchitán o Unión Hidalgo, a los difuntos se les espera en el hogar.

¿Son malos los mototaxis?

Gubidxa Guerrero 

Ante el clima de crispación que vive la región istmeña, muchos achacan a los mototaxis el origen de todos los males. Por eso es bueno preguntarse qué tan nocivos resultan. Y antes de responder, preguntaría, ¿los taxis es el mundo son negativos?, ¿los aviones o las bicicletas?

Quizás algunos piensen que no hay ninguna relación entre los cuestionamientos lanzados. Sin embargo, tienen mucho que ver, ya que una herramienta, alguna máquina o un vehículo que brinda un servicio público no es malo en sí mismo.

De la solidaridad. Historias de Ta Jacinto Lexu VI

Gubidxa Guerrero

Mixtequilla es un pueblo bello. Resguarda el lugar un pequeño cerro desde el que se divisa la planicie costera. A un lado, transita apacible el Río Tehuantepec, que baja imponente desde Jalapa del Marqués. 

Cierta mañana caminaba Ta Jacinto Orozco, al que todos apodaban Lexu, por dicho pueblo. Había salido de San Blas Atempa durante la madrugada subiendo el ‘Portillo de San Antonio’ para bajar al centro de la ciudad de Tehuantepec. De ahí se encaminó hacia el Barrio de San Sebastián para enfilarse a las Labores que están a un costado, pues entre sus huertas se encuentra el camino recto que va de Guizii a Mixtequilla, que desemboca justo al centro de esta pintoresca población.

Cuando Ta Jacinto iba entrando vio cómo un muchacho cargaba penosamente un costal de elotes. “¿Adónde llevas esa pesada carga? ¿No tienes acaso un animal que haga el trabajo por ti?”, preguntó el hombre. “¡Ta Jacinto!, vengo del terreno de mi amigo. Estamos cosechando y me pidió ayudarlo”, dijo el joven, contento por saludar a nuestro personaje. “Qué bueno, muchacho. Es preciso que los amigos se apoyen, porque entre dos es más liviano el trabajo. Imagino que debe venir detrás de ti con una carga similar, si no es que va más adelante o se quedó trabajando allá”. Entonces, un tanto apenado, el joven respondió: “No precisamente, Ta Chintu. Mi amigo fue a Comitancillo, a una pequeña celebración”.

Guchachi’ reza

Ilustración.- Francisco Toledo
Gubidxa Guerrero

‘Iguana rajada’. Eso significa la expresión que titula esta nota. Así es como se denomina en lengua zapoteca a las iguanas con una cicatriz en el vientre. Guchachi’ reza es como los viejos cazadores denominaban (o todavía lo siguen haciendo) a la sustentabilidad.

En años recientes el mundo parece estar tomando consciencia de la necesidad de preservar el medio ambiente. No por el mero hecho de albergar buenos deseos en los corazones, sino como una medida para proteger la propia especie, ya que si destruimos el entorno, nos condenamos a la desaparición. Lo anterior lo sabían los zapotecas antiguos. Por ello actuaban mediante ciertos principios que mantenían un equilibrio con la naturaleza. 

La cacería es una ocupación asociada a la depredación. Un cazador captura a sus presas, generalmente para aprovecharse de ella. Uno de los objetivos de la caza es capturar al mayor número de ejemplares. Sin embargo, los iguaneros de antaño tenían una práctica que ayudó durante generaciones a que siempre tuviéramos carne fresca. 

La batalla final entre el sionismo y el Eje de la Resistencia Islámica

Gubidxa Guerrero Luis

Hace un par de meses, después del asesinato en Teherán de Ismail Haniyeh, Primer Ministro del gobierno de Hamas en la Franja de Gaza, y de Seyed Fuad Shukr, alto comandante de Hezbolá, en Beirut, advertí que se avecinaba una Guerra Total en Asia Occidental

Mucho se ha elevado el nivel de la confrontación desde entonces. El domingo 25 de agosto de 2024, el ‘Partido de Dios’ respondió al asesinato de su comandante atacando la Base Glilot, una sede de inteligencia israelí, que incluye la Unidad 8200, a poca distancia de Tel Aviv, en una operación que denominó ‘Día de Arbaín’, porque coincidió con los ‘cuarenta días’ del martirio del Imam Hussein, nieto del Profeta Muhammad; golpe que causó más de veinte muertes, según aceptó el gobierno de Netanyahu varios días después. En el discurso alusivo, el Secretario General de Hezbolá, Hassan Nasrralá, expresó contundente: “No abandonaremos a Gaza, su pueblo, Palestina y los lugares sagrados de la nación en Palestina, independientemente de las circunstancias, los desafíos y los sacrificios”

"Mirando a Irán", desde el sur de México

"Nuestro querido pueblo debería saber que hoy en día muchas personas en el mundo, tanto individuos como políticos y quienes ocupan prestigiosos cargos nacionales y políticos, están mirando a Irán". 

Imam Seyyed Alí Jameneí. Líder de la Revolución Islámica de Irán. 


Lo anterior fue dicho en el contexto del ejercicio democrático, este viernes primer día de marzo de 2024, en que aproximadamente sesenta millones de iraníes elegirán a los 290 integrantes del Parlamento. entre más de doce mil candidatos.

“Entre los observadores se encuentra EEUU, la mayoría de los europeos, los malvados sionistas, los capitalistas y las grandes empresas”, agregó el Imam Jameneí, argumentando que sus principales adversarios, “que siguen atentamente los temas de Irán, temen la participación del pueblo en las elecciones.”

El oro istmeño y su saqueo

Ilustración.- Aurora Reyes
Gubidxa Guerrero Luis

El Istmo de Tehuantepec se caracteriza por la bravura de sus hombres, la festividad de sus habitantes y la belleza inigualable de sus mujeres, quienes son mundialmente famosas, inmortalizadas con el traje bordado de flores y sus adornos de oro. 

¿Quién no se sorprende al ver los collares engarzados con monedas doradas? ¿O con los brazaletes, anillos y aretes? Todo elaborado con este precioso metal. 

Aunque los adornos originales se usan cada vez menos, la gente guarda en sus baúles o roperos estas finísimas piezas de orfebrería. La mayoría de las familias zapotecas o istmeñas tienen cuando menos una prenda de oro para lucir en alguna ocasión especial o para afrontar un apuro, debido a que el oro es tanto un adorno característico de las mujeres en nuestra región, como una manera usual de ahorro. Y aquí viene la parte esencial de mi comentario: alertar sobre el saqueo que algunas casas de empeño hacen con el oro istmeño.

La muerte de Binu Gada

Gubidxa Guerrero Luis

Uno de los héroes populares más recordados por los juchitecos y pueblos circunvecinos es Albino Jiménez, más conocido como Binu Gada. Es, de todos los personajes que combatieron durante la famosa batalla del 5 de septiembre de 1866, el que más alabanzas recibe por su valor y entereza.

De él se sabe muy poco. Gilberto Orozco, primer cronista juchiteco, cuenta acerca de su persona una anécdota en Oaxaca, poco después de que las tropas de José Gregorio Meléndez y Máximo Ramón Ortiz ―juchiteco uno, tehuantepecano el otro―, tomaran por asalto la Verde Antequera en febrero de 1853. Podemos inferir, entonces, que combatió destacadamente en las tropas melendristas que se levantaron en armas en abril de 1850 en defensa de las salinas costeras y las tierras comunales de Juchitán, causas a las que luego sumaron el ideal de la autonomía política regional.

El pozo

Ilustración.- Gregorio Guerrero
(basado en una foto de Héctor García)

Gubidxa Guerrero

Existen antiguos vestigios que perviven con el paso de los siglos. Tal sucede con un viejo pozo que se encuentra a las afueras de Laollaga, al que todos parecen ignorar. A pesar de ser un punto neurálgico de la zona, nadie osa acercarse. 

Sobre aquel misterioso pozo se cuenta una historia que procuraré referir en los términos que yo mismo escuché: 

El Istmo de Tehuantepec durante la Guerra de Independencia de México


Lejanos vemos los hechos de armas de 1810 en el pueblo de Dolores, cuando el cura Miguel Hidalgo y Costilla arengó a la población durante la madrugada del 16 de septiembre de 1810. Lejanos en el tiempo y en la distancia.

Los habitantes del Istmo de Tehuantepec mantenemos viva nuestra historia oral. Las gestas de los antepasados se transmiten de generación en generación, de abuelos a nietos, de padres a hijos. Todavía resuenan los nombres de Máximo Ramón Ortiz, Remigio Toledo y Juana C. Romero, en Tehuantepec. De José Gregorio Meléndez, Albino Jiménez o el Licenciado Che Gómez, en Juchitán, se entonan hasta corridos. Sin embargo, poco recordamos sobre la participación de los pueblos istmeños en la Guerra de Independencia de Nueva España. Acaso algunas anécdotas sueltas.

Afortunadamente varios cronistas locales como Gilberto Orozco y Germán López Trujillo, de Juchitán; o Herón Ríos Núñez, de Ixtaltepec, recabaron información de ancianos que eran niños cuando la batalla del 5 de septiembre de 1866 y que, por tanto, de sus abuelos escucharon historias de cuando en 1813 el Capitán General Don José María Morelos y Pavón envió a la Provincia de Tehuantepec a Mariano Matamoros, otro independentista destacado, segundo al mando en el movimiento insurgente. Para mayor fortuna, historiadoras como Leticia Reina o Laura Machuca han profundizado en el pasado de la región, además de investigadores locales como Mario Mecott y Víctor de la Cruz

Aída López Piza y la educación comunitaria

Na Aída López Piza Bolán, maestra comunitaria 
Gubidxa Guerrero 

¿Cómo hacían los paisanos que vivieron hace varias generaciones para aprender las primeras letras? ¿Qué estrategia utilizaban las comunidades zapotecas para alfabetizar a los pequeños cuando no estaba generalizada la educación pública, obligatoria y gratuita?

Si alguien pregunta a sus mayores, verá que algunos jamás pisaron un aula; sin embargo, aprendieron a leer y a escribir. ¿Qué artificio es ése? Sucede que ante la falta de profesores, la gente más avanzada trataba de enseñar lo que sabía a otros, con el afán de que el pueblo no estuviera en desventaja.

El origen de la Vela López

Fotografía: Dulce Gutiérrez Calvo


Gubidxa Guerrero

Se cree erróneamente que las Velas Juchitecas provienen de un Decreto que Benito Juárez, entonces Gobernador interino de Oaxaca, promulgó en su visita al Istmo de Tehuantepec en el año de 1857, pocos meses antes de que se convirtiera en Presidente de la Suprema Corte de Justicia y tuviese la oportunidad de substituir a Ignacio Comonfort de la Presidencia de la República, cuando éste desconoció la Constitución que el Partido Liberal había promulgado el 5 de febrero de ese mismo año.

Lo cierto es que las Velas provienen de tiempos coloniales, cuando el catolicismo se fundió con las creencias de las naciones originarias. Los viejos Gui'ña, baúles sagrados donde las comunidades prehispánicas guardaban sus códices y objetos rituales, se convirtieron en el centro de las nuevas Cofradías. Hoy, en Juchitán, así como en otros poblados del Istmo, las Mayordomías, las Sociedades de Vela o, lo que es lo mismo, los Comités de Festejos, atesoran bellos baúles de caoba, cedro o huanacastle, donde tienen depositados los enseres sagrados de la comunidad.

De cuando un lujoso restaurante negó el ingreso a Francisco Toledo

Gubidxa Guerrero

Deseo recrear la historia de cuando Meuxubi, en castellano Alacrán, y Guchaachi', Iguana en español, fueron rechazados de un restaurante en Ciudad de México y salieron bien librados. 

Esta anécdota la ha referido el gran amigo Margarito Guerra, hombre bien relacionado y mejor apreciado por las principales familias zapotecas regadas por el mundo. Se la escuchó a Ta Andrés Henestrosa y se la confirmó Ta Chico Toledo; por tanto debe ser verídica, porque los tres son hombres de palabra. 

Entraban a un restaurante lujoso dos de los más grandes personajes que ha dado la estirpe zapoteca en los cien años recientes. Deseaban conversar con una buena cerveza, aromático vino y deliciosa comida Andrés Henestrosa y Francisco Toledo, verdaderos genios; el uno de las letras y el otro de las artes plásticas.

Batalla del 5 de septiembre de 1866: fin de la Guerra Civil entre Tehuantepec y Juchitán


Gubidxa Guerrero Luis 

A la distancia, resulta más difícil entender los actos heroicos del pasado. Pareciera que necesitáramos oler la pólvora, escuchar los quejidos de los heridos y el tronido de las balas para dimensionar las gestas.

El Istmo de Tehuantepec es un país aparte, como bien han referido las personas que conocen la región. Desde tiempos prehispánicos fue una zona que disfrutó de plena independencia, inclusive frente al furioso azteca, a quien derrotó en Dani Guiengola ('Montaña de la Piedra Grande').

Acerca de los blaseños. Historias de Ta Jacinto Lexu V

Abuelos blaseño y nietos.
Foto.- Victoria Guzmán Cabrera
Gubidxa Guerrero

Famosas eran las fiestas que antaño se celebraban en Tehuantepec. Cada primero de enero, habitantes de innumerables pueblos acudían a la que alguna vez fue sede del reino del mismo nombre. Dicha costumbre ha ido perdiéndose con el paso de los años, así como la de ir a otros lugares, como la fiesta de Chihuitán, Tlacotepec o Ixhuatán.

Ta Jacinto Orozco, que jamás dejaba de cumplir con sus obligaciones comunitarias, iba a todas estas celebraciones. Ninguna se perdía, pues en todos lados tenía compadres y amigos. Y recibía el año nuevo en Guizii, tal como aprendió de sus mayores.  

Después de terminada la fiesta, Ta Chintu Lexu iba de visita con unos tíos suyos al pueblo de San Blas Atempa, que se había independizado hacía algún tiempo de la metrópoli tehuana. De todas las comunidades zapotecas era la que más le gustaba. 

Cuando le preguntaban por qué amaba tanto a San Blas, solía decir: “No hay población que haya resistido más la embestida física y cultural contra nuestra estirpe. Son gente valiente, pero sencilla; personas trabajadoras, pero humiles; mujeres decididas, pero alegres. Los blaseños son la encarnación de la lealtad; además de que han sabido conservar, como ningún otro pueblo, la lengua nuestra y el modo de vida antiguo”.

¿Qué es el sueño autonomista?

José F. Gómez
Gubidxa Guerrero


A lo largo del tiempo he relatado la historia de varios movimientos armados en el Istmo de Tehuantepec, desde la época colonial hasta los siglos diecinueve y veinte.

Una constante de estas rebeliones ha sido el deseo expreso, o vedado, de proclamar una nueva entidad política, llámese Estado de la República Mexicana o Territorio Federal que tuviera por núcleo a los pueblos zapotecas. Tanto José Gregorio Meléndez (Che Gorio Melendre), como Máximo Ramón Ortiz, José F. Gómez (Che Gómez), Adolfo C. Gurrión, Crisóforo Rivera Cabrera, Heliodoro Charis Castro o Facundo Génico Salinas lo manifestaron de manera abierta. Sin embargo, otros lo buscaron de forma menos evidente, tal como menciona el cronista zapoteca Gilberto Orozco:
“Lo que lograra Don José Gregorio Meléndez, la consagración del Istmo en Territorio Federal, pronto fue ahogado en una copa de cicuta. Más tarde, Albino Jiménez en 1870, Ignacio Nicolás en 1882, el licenciado José F. Gómez en 1911 y su hijo de igual nombre en 1924, sin éxito, fueron cayendo muertos uno tras otro por el mismo ideal progresista, por un Istmo mejor. Aunque empuñaron las armas con motivos aparentemente distintos, todos buscaban la proclamación del Istmo en Territorio Federal”.
¿Qué hay detrás de ese antiguo anhelo expresado por nuestros héroes y, recientemente, por el Comité Melendre? ¿Es, acaso, un simple deseo de "estar aparte"? ¿Es una reacción natural ante los agravios de los gobiernos centrales? Algo hay de ello, pero también hay algo más…

La muerte de Na Chica Tehuana

Gubidxa Guerrero Luis

Postrada en una modesta cama de varas yacía una octogenaria mujer. Vivió sus mejores años en el Barrio Lieza de Santo Domingo Tehuantepec, antigua capital del reino zapoteca istmeño.

Francisca Cartas fue comerciante. Recorrió innumerables pueblos desde su niñez, por lo que, ya de adulta, fue conocida como Na Chica Tehuana.

Dicen que fue una de las muchachas más bonitas de Guizii. Que, como buena comerciante, tuvo muchas comadres que la festejaban en cada cumpleaños. Pero la vejez la agarró desprevenida. Entre bautizos, fiestas patronales, bodas y toda clase de pachangas no se dio cuenta que había llegado el tiempo del descanso. No supo de vacaciones. “Si me quedo en casa, voy a enfermarme”, solía repetir. Y tenía algo de verdad, pues es sabido que la depresión invade a quienes se retiran cuando no deben.

Adolfo C. Gurrión

Adolfo C. Gurrión

Contaré la historia de un joven diputado zapoteca que fue asesinado a la edad de 33 años. Se llamaba Adolfo Gurrión Carrasco, conocido simplemente como Adolfo C. Gurrión. Fue profesor y periodista. Originario de Juchitán, vivió en la Sexta Sección, así como en Cheguigo. 

Nació el 20 de octubre de 1879, justo cuando comenzaba el gobierno que dirigiría los destinos de México por tres décadas. Tal vez porque no conoció a otro presidente que no fuera Porfirio Díaz, luchó desde su juventud por la democratización de la vida política nacional.

Relato de una niña que quiso ser caracol

Ilustración: Gregorio Guerrero
Gubidxa Guerrero

San Mateo del Mar es tierra de pescadores; de hombres de viento y arena; de barcas. Ningún pueblo istmeño está más cercano a la inmensidad del océano. Por sus calles se respira la espuma marina. A un costado sus aguas son quietas, y al otro, feroces. Las personas de ahí se hacen llamar ikoots, aunque son más conocidos como huaves. No se sabe exactamente de dónde vinieron, pero llegaron de muy lejos hace muchísimo tiempo; tanto, que ni ellos se acuerdan. Alguna vez fueron dueños de toda la planicie costera. Hasta el pueblo de Jalapa llegaban sus dominios; pero así como ellos conquistaron estas tierras, fueron sometidos y arrinconados, a su vez, hasta donde se encuentran ahora. De ahí era la niña que quiso ser caracol. 

No me llames indígena

Autor.- Gerardo Alfaro


Gubidxa Guerrero

Sé que la palabra 'indígena' proviene del hermoso latín, que significa 'nativo', 'autóctono' (inde 'de allí' / gens 'población'), no de 'indio' ('originario de la India'). Comprendo que por ignorancia de los recién llegados se creyó ver asiáticos, en lugar de mayas, nahuas, mixtecas, purépechas o zapotecas.

Sé también que 'indio' era una categoría jurídica en Nueva España (hoy Estados Unidos Mexicanos), que derivó, después de la Independencia, en término despectivo. 'Indio' pasó a ser, socialmente hablando, sinónimo de 'atrasado', 'tonto', 'torpe'. 

Guerra Total: el Eje/Frente de la Resistencia Islámica prepara represalias


Gubidxa Guerrero

Observen lo que sucede en Asia Central/Medio Oriente, donde el Estado de Israel asesinó al líder del ala política de Hamas, organización que gobierna Gaza, Palestina y que resiste desde hace más de nueve meses una brutal agresión, catalogada por muchos como genocidio.

Ismail Haniyeh fue asesinato en Teherán, capital de la República Islámica de Irán, en el marco de la toma de posesión del nuevo Presidente de la República Masoud Pezeshkian, en sustitución de Ibrahim Raisi, quien pereció en un sospechoso accidente a finales de mayo.

Previamente Israel mató a Seyed Fuad Shukr, un alto Comandante de Hezbolá, el 'Partido de Dios'', en Beirut, capital de Líbano.

¿Qué es un Ciudadano?



"¿Qué es un Ciudadano?", pregunté a mi hijo Gusibí hace algunos días. "Es ser platero, topil o guzana; es dar servicio al pueblo en que vivimos". Su respuesta me llenó de satisfacción y entusiasmo. Me hizo reflexionar, asimismo, acerca de lo que comúnmente se piensa del concepto de 'ciudadanía' en el llamado mundo occidental.

Para los habitantes de la Sierra Zapoteca Istmeña, por ejemplo, Ciudadano o Ciudadana (con 'C' mayúscula, porque lo amerita) es toda persona que cumple con sus responsabilidades para con la comunidad, tanto económicas, como en servicios. Es quien tiene derecho a voz y voto en la Asamblea y representa a su núcleo familiar en la toma de decisiones colectivas.

Pasado, presente y futuro del conflicto EEUU vs Irán


Gubidxa Guerrero
 
El resultado más probable en el actual conflicto Estados Unidos vs Irán es la expulsión de las tropas norteamericanas de Medio Oriente y la desaparición del Estado de Israel como ‘nación judía’, para dar lugar a un estado binacional hebreo-palestino y/o multiconfesional: judío, cristiano y musulmán. No me cabe la menor duda, ni como historiador ni como periodista.
 
Todo indica que tal cosa sucederá, según la estrategia delineada por el Eje de la Resistencia que integran Irán, Siria, Yemen, Hezbolá libanés, milicias iraquíes, afganas y varios movimientos populares de la región,  anunciada abiertamente por Hassan Nasrralá, líder de Hezbolá, quien expresó que atacarán varios objetivos militares estadounidenses en la región, absteniéndose de atentados contra civiles norteamericanos.
 

La música zapoteca del Istmo: un proceso continuo

Músicos ciegos en Juchitán. Ilustración de Miguel Covarruvias
Gubidxa Guerrero

Hace algunos meses publiqué un artículo sobre La Sandunga, pieza representativa de los zapotecas istmeños. Por lo anterior recibí varios comentarios preguntando por aspectos particulares de nuestra música. Todas las preguntas podrían resumirse en una sola: ¿Cuál es el origen de la música zapoteca?

Antes que todo, debo aclarar que soy etnohistoriador, no etnomusicólogo. Es a estos últimos a quienes corresponde el estudio de los géneros musicales, influencias, orígenes, etcétera. Desconozco si existe algún estudio especializado sobre la música tradicional binnizá, aunque sí contamos con algunos intentos empíricos.

El despetalizador de flores

Gregorio Guerrero
Ilustración: Gregorio Guerrero

Gubidxa Guerrero

Este era un señor que despetalizaba flores. Profesión nada sencilla, si consideramos que éstas tienen incontables partecitas --por llamarles de algún modo--; sobre todo los nardos.

Pocos saben que las gardenias, las rosas o las magnolias necesitan de atención minuciosa. No basta con plantarlas, regarlas, ni con esperar pacientemente su crecimiento. Es preciso revisar detalladamente cada pétalo. Y a esto se dedicaba el susodicho.

¿Por qué Juchitán tiene dos ‘San Vicente’?

Por Gubidxa Guerrero

Algunos curiosos que entran al Templo de San Vicente Ferrer, en Juchitán, se preguntan por qué razón este recinto alberga a dos Santos con igual nombre, cuando lo usual es que cada pueblo conserve y venere a un solo Patrono. Uno es Gola (‘grande’), y el otro Huiini’ (‘chico’). Cada cual con su propia festividad y con nicho respectivo.

Para responder esta duda, es necesario repasar lo acontecido hace más de un siglo; pues este tema, que podría parecer ajeno a las circunstancias de nuestra historia, guarda íntima relación con el pasado de los pueblos del Istmo, y con uno de sus movimientos armados más importantes: la rebelión que encabezara Albino Jiménez, mejor conocido como Binu Gada.

En septiembre de 1870 el héroe de la resistencia zapoteca contra la intervención francesa se levantó en armas. En ese entonces gobernaba el Estado de Oaxaca Félix Díaz, apodado El Chato, quien era, además, hermano de Don Porfirio. 

No pretendo detallar las razones de la rebelión de Binu Gada. Baste decir que se enmarcaba en la larga tradición de lucha por defender los recursos naturales y la autonomía política de los pueblos zapotecas del Istmo, en contra de las imposiciones del Gobierno del Estado. Como en todo conflicto armado, una chispa encendió la mecha: cuentan que un pequeño altercado entre Albino Jiménez y el Jefe Político de Juchitán, apodado Dxu’ yuudxu (‘forastero podrido’), provocó la nueva guerra, apenas cuatro años después de la batalla del 5 de septiembre en Juchitán, en que los habitantes del Istmo derrotaron a las tropas imperialistas que servían a Maximiliano de Habsburgo.

La otra cara de la tradición: ¿Velas o pachanga?

"Cartel no oficial". Manuel Cabrera
Gubidxa Guerrero

Siempre procuro que mis textos inviten a la reflexión. Jamás me he sentido satisfecho con sólo narrar acontecimientos políticos o históricos, sino que procuro resaltar las posibles enseñanzas que nos puedan arrojar dichos sucesos. Lo que ya todos saben, o lo que todos piensan, no debe ser repetido si no es bajo argumentos que le den más solidez y que permitan un ejercicio crítico objetivo. Lo mismo sucede con algunos discursos románticos referentes a la tradición. 

Reflexiones en torno a la vestimenta tradicional

Joven zapoteca. Foto.- Tina Modotti.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 07/Sep/2013]

El pueblo zapoteca es milenario. La cultura zapoteca es riquísima. Todo aquello que nos caracteriza como etnia (costumbres, creencias, hábitos, ropa, cantos, etc.) es, de por sí, fantástico. Uno de los aspectos que distinguen a nuestro pueblo y a su cultura es el dinamismo. Los binnizá de hace tres mil años eran diferentes a los zapotecas que construyeron Monte Albán hace dos mil, o a quienes conquistaron la planicie costera del Istmo de Tehuantepec hace seiscientos. Los zapotecas avanzamos, retrocedemos y volvemos a caminar. Siempre innovando. Y si bien, las personas de Monte Albán, Zaachila, Mitla, y Guiengola eran diferentes en tiempo y lugar; eran, a su vez, iguales en una cosa esencial: la identidad, su ‘zapotequidad’. 

La Sandunga, canto de unidad, canto de guerra

Busto de Máximo Ramón Ortiz
Gubidxa Guerrero

Cuando los ancianos escuchan los acordes de La Sandunga, inmediatamente cambian el semblante, y la emoción se apodera de ellos. Lo mismo sucede cuando un zapoteca del Istmo se encuentra lejos del terruño. Y es que si existe un son que identifique por igual a tehuanos con tecos, a jeromeños con guiaatis, y a habitantes de todas las poblaciones de la planicie costera, ese canto es La Sandunga.

Mucho se ha especulado sobre su origen. Se ha discutido bastante acerca de la ciudad donde surgió. Lo cierto es que esta pieza, si bien se ha convertido en un canto de todos, está asociada a dos personas: Máximo Ramón Ortiz y Andrés Gutiérrez (Ndré Saa, quien se se dice que la musicalizó como la conocemos ahora); tehuanos ambos.

¿De cuándo procede? Éste, como otros elementos culturales que enriquecen la identidad de los binnizá, nace del fuego de las batallas. En abril de 1850 el pueblo de Juchitán y el entonces Barrio de San Blas iniciaron la rebelión más grande habida en el sureste mexicano durante los últimos doscientos años. Dirigió el levantamiento de los zapotecas istmeños José Gregorio Meléndez, conocido entre los suyos como Che Gorio Melendre.

La privatización de las salinas ―fuente primaria de sustento de los pueblos de la planicie costera― y la intransigencia de don Benito Juárez García, Gobernador de Oaxaca en esa época, provocaron la guerra. Aunque en un principio el tehuantepecano Máximo Ramón Ortiz combatió la insurrección, también él se rebeló por motivos particulares un año después.

Santa Cruz ¿Tecolapan?

Glifo de Tecolapan
Gubidxa Guerrero 


Uno de los pilares del alma zapoteca en la ciudad de Tehuantepec es el Barrio de Santa Cruz Tagolaba. Sus habitantes gustan destacar la peculiaridad de sus costumbres, mismas que conservan celosamente. Dicho barrio es un reducto donde todavía se escucha la lengua de los binnigula’sa’ y donde las mujeres usan de forma cotidiana la vestimenta tradicional, además de dedicarse a las actividades típicas de nuestra etnia. Muchos hombres de Santa Cruz van al campo, y los comuneros tulabeños son respetados en muchas poblaciones istmeñas.

Bailar en zapoteco o de la esencia de nuestras danzas

Ilustración.- Miguel Ángel Charis

Gubidxa Guerrero

En todo el mundo conocen el traje de la mujer istmeña; vestimenta colorida, fruto de la continua interacción entre las zapotecas y el mundo. El traje de tehuana ―como se conoce popularmente el conjunto de resplandor, huipil bordado (o de cadenilla) y enagua de holán― está asociado a los sones tradicionales istmeños, igualmente, producto de influencias e interacción con el mundo, surgido de la mente y corazón de los músicos zapotecas. 

Supervivencia

"Nadie creerá que eres brujo", le dijo el nahual a Francisco cuando le perdonó la vida.
Ilustración: Manuel Trapiche


Gubidxa Guerrero 

Francisco camina despacio. El traje le pesa demasiado. A pesar de repetir la rutina de ejecutivo de una importante firma, sigue sin acostumbrarse. La capital del país lo fascina en algunos aspectos, pero en otros le aburre. De no ser por los vendedores ambulantes, la calle Madero y sus visitas al barrio de Tepito, se moriría de desesperación.   

El árbol de guetazee


Por Gubidxa Guerrero

Con mucho cariño, para mi hermana.

Xunaxi siempre pensó que el mundo no había descubierto la comida zapoteca. Decía que en el más pequeño pueblito del Istmo, Valle o Sierra podían prepararse más guisos originales que en la Francia entera o en la botuda Italia. “Pero así son las cosas. A lo mejor Dios nos ama tanto, que guarda placeres únicos para nosotros”. 
   
De todo lo que su paladar había probado, acumulaba recuerdos precisos. Y de los muchos platillos que le gustaban, tenía por predilecto los tamales de elote, conocidos en la zona istmeña como guetazee, que acompañados con crema y queso saben a comida de dioses.
   
Deshojaba lentamente cada tamal. Una vez en el recipiente, le vaciaba a cuentagotas la mantequilla, espolvoreando pedacitos de queso seco o porciones de queso fresco, según su preferencia.
   
De niña siempre imaginó que los tamales de elote eran frutos brotados a ciertos árboles. ¿Una planta de guetazee? Podría ser… En la mente de los pequeños todo es posible. Pero una tarde, Xunaxi cometió la imprudencia de confesar su ilusión a sus hermanos, quienes, traviesos como ellos solos, decidieron tenderle una trampa.   

Historia del Cortamortaja

Ilustración: Gregorio Guerrero 


Gubidxa Guerrero

Hace bastantísimo tiempo, tanto que no hay quien lo recuerde, los animales reinaban en el mundo. Ellos, y nadie más, dominaban por sobre el firmamento, los mares y la tierra toda. Cuentan los que me refirieron esta historia que en aquel entonces la vida no acababa; todo ser perduraba eternamente. 
     

Prestigio compartido: San Blas Atempa y Tehuantepec

Serpiente de piedra en el Barrio Xhihui, San Blas Atempa.
Foto.- Flavio Rojas 
Gubidxa Guerrero

Los zapotecas istmeños vivimos en una pequeña confusión o en un malentendido, según quiera decírsele, pues durante las últimas décadas hemos sido injustos con lo que hoy es la Villa de San Blas Atempa.

A lo largo de muchos años, cronistas e historiadores han otorgado el reconocimiento y prestigio, que  debería ser compartido, a un solo municipio. Pues cuando hablamos de la sede del poder político del reino zapoteca del Istmo, pensamos únicamente en Tehuantepec; cuando nos referimos a la ‘Rebelión de 1660’, nos imaginamos al pueblo tehuantepecano de hoy y a los barrios que hoy lo conforman.

Pero lo cierto es que el Tehuantepec de nuestro tiempo no es exactamente el de la historia prehispánica y colonial. Le falta una parte esencial, le faltan dos antiguos barrios que hoy componen un municipio aparte: Xhihui y San Blas.

Be'ñe'

 Akuetspalime / "Lagartos". Autor.- Gregorio Guerrero

Gubidxa Guerrero

Dicen que el lagarto es un animal que estaba desde que el mundo era obscuro; antes, incluso, de que los zapotecas brotaran. Cuentan los que saben, que uno de nuestros padres nació del huevo de uno de ellos; otro del águila; alguno más del vientre de un jaguar; y de las piedras, y de las raíces de los árboles… Si bien los binnizá descendemos directamente de los seres más antiguos; de todos éstos, el primero fue Be’ñe’, el lagarto.

¡Que vivan los estudiantes! Por Vietnam y Palestina

Detención de Noelle McAffee, presidenta del
Departamento de Filosofía de la
Universidad de Emory, Atlanta, EEUU
Gubidxa Guerrero

Una de los capítulos más importantes de la historia contemporánea norteamericana es la movilización estudiantil y popular en contra de la guerra de Vietnam. Hace décadas, miles de jóvenes marcharon y fueron arrestados por la fuerza pública. Las escenas integran el imaginario popular y la cultura estadounidense. 

En aquellos años, la ciudadanía exigía que el Ejército de Estados Unidos detuviera una guerra injusta al otro lado del mundo que beneficiaba principalmente a su Complejo Militar Industrial. Si bien las victorias de Ho Chi Min y los guerrilleros vietnamitas fueron estratégicas y contundentes, la movilización de la sociedad civil estadounidense jugó un papel determinante. 

Hoy, en varias de las universidades más prestigiosas del mundo, protestan miles de estudiantes y profesores exigiendo el fin del genocidio israelí en contra del pueblo palestino. La respuesta oficial del gobierno del Presidente Joe Biden ha sido la descalificación y la represión policial contra el movimiento que exige, también, que el gobierno estadounidense deje de financiar la maquinaria bélica sionista.

El epicentro fue la Universidad de Columbia. Pero Yale, Harvard y otros centros de educación superior se han sumado. La represión únicamente da más fuerza a la marea. Se dice que pronto se integrarán universidades europeas, como La Sorbona, y de otros países del orbe. 

La Guerra de Guiengola

Basamento piramidal Poniente. Plaza Central de Guiengola

Gubidxa Guerrero

Dani Guiengoola ―Quiengola para otras variantes dialectales―, es una montaña situada a pocos kilómetros al noroeste de Santo Domingo Tehuantepec. A más de 400 metros de altura se levanta la ciudadela zapoteca que fue centro ceremonial y político de los últimos soberanos binnigula'sa'.

Guiengola es una bisagra entre la Sierra Zapoteca Istmeña y la Planicie Costera del Istmo. De hecho, desde lo alto de su basamento piramidal poniente se mira el Cerro de las Flores, en cuyas faldas se encuentra Santiago Lachiguiri ('Llano de Ocote', 'Llanura de Antorcha'). Pero también se divisa el territorio de Juchitán, las lagunas Superior e Inferior y el 'Cerro de la Piedra del Jaguar', Dani Guiebeedxe', que se reparten San Blas Atempa y Tehuantepec, herederas de la vieja capital prehispánica zapoteca.