Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 09/Mar/2014]
La cultura zapoteca es muy rica, diversa y dinámica. Se adentra por todas las áreas del conocimiento y va nutriéndose de nuevos saberes. A lo largo de miles de años el pueblo zapoteca ―que hoy habita varias regiones del actual Estado de Oaxaca― fue construyendo una rica civilización. Mucho le debe el mundo mesoamericano al pueblo de las nubes. Baste precisar que las primeras edificaciones en el estilo piramidal que hoy conocemos, se originaron entre los zapotecas del Valle; específicamente en la población que hoy lleva el nombre de San José El Mogote. Los vestigios más antiguos de escritura mesoamericana también corresponden a nuestro pueblo.
Sin embargo, hoy hablaremos de una de las aportaciones más asombrosas que puede hacer una civilización: su sistema calendárico. En estos tiempos se ha puesto de moda buscar nuestra fecha de nacimiento de acuerdo a calendarios ajenos al convencional, mismo que heredamos del Imperio Romano. Así, en los grandes medios informativos, solemos escuchar noticias del Año Nuevo chino, o el hebreo.
Mucha gente ignora que así como otras grandes civilizaciones diseñaron un calendario solar, nuestros antepasados binnigula’sa’ crearon, no uno, sino dos sistemas para medir el tiempo. El primero de ellos es conocido como ‘calendario civil’ o ‘solar’, constaba de 365 días, y era tan preciso como el que más, al que cada cincuenta y dos años se agregaban 13 días, para ajustarlo (algo similar a los actuales días bisiestos). Servía, sobre todo, para las labores agrícolas y políticas. El otro era el denominado ‘calendario ritual’ o ‘religioso’, tenía 260 días y tenía, sobre todo, fines piadosos.
El ‘calendario civil’ estaba compuesto por 18 veintenas, lo que daba un total de 360 días, más 5 días ‘aciagos’ que servían para completar el año. El ‘ritual’ tenía 20 trecenas, que daba un cómputo exacto de 260 días.
Uno se preguntará, ¿cómo hacían nuestros antepasados zapotecas para manejar estos dos calendarios de manera simultánea?, ya que mientras uno llegaba a su fin el otro seguía su curso. Cuando los 260 días del calendario ‘ritual’ se completaban, reiniciaba nuevamente en el día 1, mientras que el calendario civil continuaba en el 261. Cuando el calendario civil llegaba a los 365 días, el ‘ritual’, que había recomenzado tiempo antes, continuaba en el 105… Y así sucesivamente. El inicio de los dos sistemas calendáricos volvía a coincidir cada 52 años, lo que implicaba el comienzo de un nuevo ciclo del tiempo.
Los vestigios de los calendarios zapotecas datan de más de dos mil años (más de mil 300 años antes de que los aztecas llegaran al Altiplano Central; y 500 años antes de los primeros registros de la cultura maya), lo que ha hecho pensar a los investigadores que los calendarios zapotecas sirvieron de modelo para otros grupos étnicos que lo retomaron, para su utilización; tal como hoy muchos pueblos nos servimos de un sistema calendárico estandarizado de 12 meses.
Si bien los calendarios prehispánicos ya no se emplean masivamente, todavía existen poblados zapotecas que utilizan el calendario ‘ritual’; sobre todo en la Sierra Sur. Es importante que aprendamos de nuestros hermanos los usos religiosos que otorgan a estos métodos para medir el tiempo, para que preservemos este milenario saber.