Postrada en una modesta cama de varas yacía una octogenaria mujer. Vivió sus mejores años en el Barrio Lieza de Santo Domingo Tehuantepec, antigua capital del reino zapoteca istmeño.
Francisca Cartas fue comerciante. Recorrió innumerables pueblos desde su niñez, por lo que, ya de adulta, fue conocida como Na Chica Tehuana.
Dicen que fue una de las muchachas más bonitas de Guizii. Que, como buena comerciante, tuvo muchas comadres que la festejaban en cada cumpleaños. Pero la vejez la agarró desprevenida. Entre bautizos, fiestas patronales, bodas y toda clase de pachangas no se dio cuenta que había llegado el tiempo del descanso. No supo de vacaciones. “Si me quedo en casa, voy a enfermarme”, solía repetir. Y tenía algo de verdad, pues es sabido que la depresión invade a quienes se retiran cuando no deben.