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Chico Min y el gobernador

Francisco Toledo y Alejandro Murat Hinojosa
Gubidxa Guerrero / gubidxa7@hotmail.com

“Comparto puntos de vista con el maestro Francisco Toledo sobre la riqueza cultural de nuestro Estado”, escribió el gobernador electo de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, en su cuenta de Twitter. 

Con este pequeño mensaje, aparentemente cándido, se mandó una señal más que pertinente a la opinión pública: el próximo mandatario escuchará no sólo a los grupos de poder, capaces de movilizar miles de personas; como tampoco se sentará únicamente en la mesa de los potentados económicos. 

Oaxaca es una entidad heterogénea no sólo en lo étnico sino también en lo político. El Estado, cuya dirección asumirá Alejandro en diciembre, es más que los cierres carreteros de la Sección 22; más que las familias pudientes, cuya voz susurrante en los oídos de los mandatarios influye tanto o más que el vandalismo de aquéllos. El Estado de Oaxaca es conocido mundialmente por su riqueza artística y cultural, por personajes que en la música o en las artes plásticas enaltecen su origen. Tal es el caso del pintor zapoteca Francisco Toledo.
Chico Min (apócope de Francisco Benjamín, nombre del artista) es el mejor ejemplo de que las reivindicaciones sociales pueden legitimarse en sus métodos. Este hombre de más de setenta años ha logrado, con sus propios medios, darle rostro y estilo a la Verde Antequera. Sin las instituciones que ha fundado, sin su increíble red de amistades, la vida turística y artística de la capital del Estado sería gris. 

Hoy, Oaxaca de Juárez es un faro de arte a nivel nacional y mundial, principalmente por el esfuerzo de Francisco Toledo. Guste o no a sus críticos. Talento hay en todo el mundo; pero voluntad de incentivarlo y cultivarlo hay muy poca. Los gobiernos prefieren vanagloriarse de los éxitos de otros, en lugar de contribuir a sus logros.

Pero Francisco Benjamín López Toledo es más que arte e instituciones culturales; es una voz fuerte en el escenario político. Es, quizás, la voz más legítima que existe de entre la llamada sociedad civil oaxaqueña. Y a pesar de lo anterior, distintos gobiernos han hecho oídos sordos…

¿Por qué algunos mandatarios han pretendido desconocer las recomendaciones legítimas de un Chico Toledo? Por ignorancia. Porque parecen olvidar que una sociedad verdaderamente democrática no es la que impone decisiones mayoritarias, sino aquella que atiende y resuelve los planteamientos de sus minorías. Y Oaxaca es un conglomerado de minorías que han encontrado en Toledo un referente moral.

Esto ha parecido entenderlo el futuro gobernador. Por eso, más que jactarse mediante un comunicado de prensa, prefirió presumir su encuentro en redes sociales. 

Es preciso que los Toledos con que cuenta el Estado de Oaxaca sean debidamente escuchados. Es necesario tender puentes de comunicación verdaderos por los que puedan transitar las demandas genuinas de la sociedad. 

Me parece un acierto que el fundador del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y de otras muchas instituciones culturales se haya reunido con el gobernador electo. Me agrada que desde ahora exista claridad en la buena fe del pintor juchiteco; para que no se diga más adelante ―cuando quizás tenga qué criticar ciertas acciones del gobernador― que lo mueve el dolo o el protagonismo. Francisco Toledo no ha necesitado de escándalos para posicionarse y ganarse el prestigio que tiene. Antes bien, ha puesto ese prestigio al servicio de las mejores causas de su entidad y del país. 

Ojalá Alejandro Murat Hinojosa sepa valorar la buena voluntad de su paisano istmeño. Ojalá sepa comprender, también, que la estatura del artista plástico va más allá de una administración o de colores partidistas. Cuando a Toledo no sólo lo escuchen, sino lo atiendan debidamente, se podrá decir que comienza a existir un gobierno para todos. Un buen comienzo es ganancia. 




Texto publicado en NOTICIAS, Voz e Imagen de Oaxaca el jueves 15 de septiembre de 2016. Se autoriza su reproducción parcial o total, siempre que sea citad la fuente.