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Barack Obama en La Habana

Gubidxa Guerrero 

Mi madre jamás pudo verlo, aunque siempre lo imaginó. Leal admiradora del Comandante Fidel Castro, siempre supo que tarde o temprano las relaciones cubano-estadounidenses mejorarían, lo que, invariablemente, implicaría mejoras económicas para la isla más grande del Caribe. Sin embargo, la muerte la sorprendió en diciembre de 2014. 

Este domingo 20 de marzo de 2016 el mandatario de la potencia más poderosa del mundo, Barack Hussein Obama, llegó a La Habana, capital desde la que gobierna Raúl Castro Ruz, hermano del emblemático Fidel. El acontecimiento sería inimaginable hace algún tiempo, pues es sabida la enemistad que tienen ambos gobiernos, no así sus pueblos.

Estados Unidos de América y Cuba tienen cinco décadas de desencuentros, casi desde que los jóvenes guerrilleros del Ejército Rebelde entraron a La Habana el primero de enero de 1959 (¡hace 57 años!) luego de derrotar a los soldados que servían al dictador Fulgencio Batista

Aunque la Revolución Cubana se había proclamado inicialmente ‘humanista’, en lugar de ‘comunista’, las decisiones soberanas del gobierno isleño incomodaron a Washington, que en 1962 patrocinó una invasión a la isla por parte de opositores al naciente régimen encabezado por Fidel Castro, el Che Guevara y otros emblemáticos personajes, misma que fracasó en Playa Girón. Entonces se dio la ruptura definitiva. 

El contexto internacional tuvo mucho que ver en el desencuentro. El mundo tenía que elegir una de dos influencias: la URSS (comunista) o EEUU (capitalista), y Cuba eligió por el bloque soviético, lo que redundó en un cerco diplomático y económico que sigue resintiéndose.

Por mediación de El Vaticano el gobierno revolucionario y la administración que encabeza Barack Obama se han acercado paulatinamente. En agosto del año pasado reabrieron sus respectivas embajadas, lo que constituye, en sí, un gran paso.

La visita del presidente estadounidense a suelo cubano no supone la superación del embargo económico a la isla, pero sí es un paso significativo hacia esa ruta. Aunque legalmente no tiene mayores implicaciones, simbólicamente lleva implícito un gran poder. Quedará registrada en las páginas de la Historia.

Mientras en La Habana decenas de miles de cubanos festejaban, en Miami, Florida, otros tantos se lamentaban. En las mentes de estos últimos, un mandatario yanqui pisaría La Habana solamente al frente de un ejército que derrotara a las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cubanas (FARC), y no como una visita de Estado reconociendo la legitimidad del gobierno isleño encabezado por Raúl Castro, con Fidel retirado, pero aún con vida

La rueda de prensa conjunta, la visita misma, es el reconocimiento tácito de que la política de agresiones hacia la hermana República de Cuba ha fracasado.


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Texto publicado en Enfoque Diario el martes 22/Mar/2016.