Gubidxa Guerrero
[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 25/Mar/2014]
Se trata de sentido común. No se necesita ser un estudioso versado en temas políticos para saber que la indolencia acarrea males cuantiosos. Quien se muestra apático o permisivo ante delitos flagrantes difícilmente será creído cuando intente sancionar a los infractores.
El gobernador del Estado de Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, ha sido por varios años el principal aliado de la Sección 22 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE). A pesar de ser lo más blando con ellos, recibe desdén. Cede en todo y el “magisterio democrático” (que de esto último tiene muy poco) suele despreciarlo como al peor de los priístas.
La tibieza de Gabino con los grupos de presión en el Estado es proverbial. De las declaraciones no pasa. Ante las mafias sindicales agacha la cabeza. Ante los avances del gobierno chiapaneco, lanza declaraciones débiles. ¿Pero qué tal ante movimientos legítimos? Entonces sí cae “con todo el peso de la ley”. Por eso le renunció su Secretario de Gobierno el año pasado.
Tenemos un mandatario de aparador. Sirve únicamente para que no esté vacante el cargo. Ha perdido todo atisbo de autoridad. Duele decirlo, pero así lo constatan millones de ciudadanos que se decepcionan cada vez más.
Este personaje gris, que traicionó las esperanzas de ciudadanos dignos al aliarse con lo peor de la clase política, pretendió dar una muestra de fuerza encarcelando a decenas de vándalos que secuestraron personas en pleno centro de la ciudad de Oaxaca, ante la mirada atónita de la comunidad internacional. Y digo ‘pretendió’, porque nadie creyó ni un segundo que el señor Cué fuera a ser consecuente con su actitud o que fuera a mantener ese temple. A las pocas horas liberó a la mayoría.
A leguas se veía que era un mensaje; un pequeño gesto ante la opinión pública para que no se diga lo que aquí todos sabemos: que en el Estado de Oaxaca no hay gobernabilidad.
Cuando alguien apedrea un avispero sabe que los pequeños insectos saldrán a clavar sus aguijones. Eso exactamente hizo Gabino. Alborotó las avispas sabiendo que éstas le picarían. Lo hizo para asumir él, el costo político de los desmanes en la capital; porque sabe que el avispero ahí seguirá. Sabe que en Oaxaca manda el panal llamado Sección 22.