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El Istmo en el Día Mundial de la Radio

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 20/Feb/2014]

El jueves 13 de febrero se conmemoró el Día Mundial de la Radio. Y esta fecha tiene especial importancia para los pueblos istmeños, debido a la gran cantidad de radiodifusoras de las llamadas comunitarias. 

Estas estaciones nacen por la necesidad de que los habitantes de una población ―
regularmente pequeña― cuenten con un medio de comunicación propio que exista como una alternativa ante las grandes empresas de información enajenantes y meramente comerciales. Las pequeñas radiodifusoras tienen como algunas de sus obligaciones servir de enlace y procurar el desarrollo de la cultura entre los integrantes del lugar. Muchas de ellas logran obtener los permisos correspondientes para funcionar sin ninguna dificultad legal; otras, sin embargo, se quedan trabajando con los “permisos en trámite”. De estas últimas hay las que corren con peor suerte y son violentamente cerradas. Las afortunadas, emiten su señal sin muchos problemas pero con la continua amenaza de verse algún día desmanteladas por las autoridades.

Desde un modesto inmueble en la 7ª Sección de Juchitán, comenzó a transmitir Radio Totopo hace poco más de siete años. Por el 102.5 de FM, estudiantes, vendedoras, deportistas, intelectuales, entre otros sectores de la población, hicieron escuchar su voz. Rápidamente la frecuencia fue sintonizada por gran parte de los habitantes de la ciudad, que vieron en la espontaneidad de los jóvenes locutores, en la diversidad de las temáticas tratadas y en el uso del idioma didxazá-zapoteco unos buenos motivos para escuchar la nueva estación. Por supuesto que no faltaron los pequeños inconvenientes que la experiencia fue solucionando. Lo significativo era que un espacio de comunicación para todos había germinado.  

Meses después, la emisora salió del aire, y nació entonces Radio Binnigula’sa’. Cuando después de algunas semanas Radio Totopo volvía a transmitir su señal, Juchitán se encontraba con la sorpresa de escoger entre dos estaciones “comunitarias”. Pero el asunto no se detuvo ahí; conforme transcurrieron los meses, otras frecuencias fueron apareciendo en el espectro radiofónico: Punto Crítico, Sonido 89, Radio Xquenda, una radio católica y otra laboral son proyectos similares que se han concretado. Posteriormente en otras poblaciones del Istmo se fundaron Radio Mixtequilla, Radio La Tehuanita, Radio Danni Beedxe’, entre otras. Las personas que habitamos esta región tenemos hoy la posibilidad de sintonizar ―además de las emisoras comerciales como Radio Teca, Radio Hit, XEKZ― cualquiera de estas estaciones alternativas.

¿Qué está pasando en nuestra región?: La necesidad de crear espacios de expresión, información y comunicación está siendo satisfecha mediante esta explosión de radiodifusoras. La gente que ignoraba que las ondas de radio le pertenecían, se las está apropiando. Cuando el ciudadano ordinario ―aquél que va al campo, a la escuela, al mercado― se percató de que manejar un transmisor y conducir un programa radiofónico no es cosa del otro mundo, no dudó en decidirse.
Pero el fenómeno ha tenido también consecuencias menos gratas para una minoría de la población. Los dueños de las emisoras comerciales que monopolizaban el sector, no se encuentran muy contentos, pues han sido radicalmente desplazados por la competencia. Si una sola de las nuevas estaciones populares supera en índices de audiencia a cualquiera de las radiodifusoras comerciales que se escuchan: entre todas las radios alternativas hunden a las comerciales y a sus dueños. ¿Qué hará el Gobierno para detener su desplome? Al menos por el momento poco, porque a medida que aparecen nuevas frecuencias, se acrecienta en la población la voluntad de defender los espacios conquistados. 
Ante la ofensiva de las grandes compañías de telecomunicaciones queda el camino de la participación ciudadana fundando auténticos espacios autónomos para la libre expresión. Lo que acontece en Juchitán, Tehuantepec, San Blas Atempa, Mixtequilla, Ixtepec y Matías Romero, no es sino prueba de que la democratización de los medios de comunicación es posible. Pero su realización no se ha basado simplemente en la buena fe de algunos, sino en otros factores no menos importantes como son la educación y conciencia de un pueblo, la valentía para realizar proyectos arriesgados, y una larga tradición de cultivo de su palabra. Falta poner énfasis en el arte, la cultura y la calidad de los programas; pues no se trata de crear estaciones “comunitarias” para seguir reproduciendo los vicios del sistema. He ahí las tareas próximas.