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‘Trova juchiteca’ o ‘trova zapoteca’

Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 19/Oct/2013]

Juchitán ha dado excelentes compositores. De ahí provienen personajes como Eustaquio Jiménez Girón y Saúl Martínez, por citar solo a dos, de cuya inspiración brotaron innumerables temas que se cantan en celebraciones, velorios, peticiones de amor, o momentos familiares. Originario de Asunción Ixtaltepec es Jesús, Chu Rasgado, el más grande bolerista de los pueblos istmeños. De San Pedro Comitancillo es Tomás Osorio. Pero San Blas Atempa, Santo Domingo Tehuantepec y demás pueblos circunvecinos tienen, cada uno, sus artistas representativos. 

Las primeras letras de canciones en idioma zapoteco surgieron el siglo pasado en la población de Juchitán. Se hicieron, primeramente, con la intención de acompañar sones tradicionales del siglo diecinueve. Sin embargo, paulatinamente fueron tomando un sello peculiar, con letra y música originales. 

Desde un principio, aquella población se caracterizó, como hasta la fecha, por la calidad de sus compositores. Pero al brotar del alma de los zapotecas y, al estar cantados en su idioma, a este género musical le llamaron “Trova zapoteca”, y así se ha difundido en todo momento. Lo que permite que no únicamente los binnizá istmeños, sino los zapotecas de otras latitudes, se identifiquen con estas melodías, tal como me comentó en entrevista Javier Castellanos, zapoteca serrano de Yojovi, Premio Nacional de Literatura en Lenguas Mexicanas, y quien será galardonado con el Premio Literaturas Indígenas de América, según dio a conocer la revista Proceso

¿Trova juchiteca? ¡No!, Jamás se ha difundido tal denominación, ni conviene que suceda, aunque sean de dicha población la mayoría de los arreglistas o autores. Más bien "Trova zapoteca", porque del alma de nuestra estirpe nace, porque al alma de los zapotecas retorna cuando la escuchamos.

Hace tiempo intercambié opiniones con un viejo amigo, quien se empeña en atribuir todas las composiciones de los Sones tradicionales istmeños a la ciudad de Tehuantepec. A pesar de que le explicaba que el género musical "Son istmeño" es llamado así por especialistas, porque se ejecuta en buena parte de la región y porque de varios pueblos provienen sus arreglistas y compositores, se empecinó en negarlo, haciendo gala de su localismo. 

Finalmente ―pues él era muy enfático, y yo, como etnohistoriador, debo fiarme de fuentes históricas veraces (documentales, orales, etc.) contrastándolas y analizándolas―, pedí mayores referencias de la siguiente manera: “Citas una lista de personajes que mencionan que La Sandunga es tehuana y La Llorona juchiteca [Miguel Covarrubias, Elena Poniatowska, Robert Garfias]. Y tú, sin aportar pruebas, afirmas que son 'Sones tehuanos’. Te invito a presentar dichas pruebas (supongo que debes tenerlas, pues tu afirmación fue contundente). Me gustaría ayudar en la difusión de esos datos, siempre y cuando sean consistentes. Pues hasta donde yo sabía, tanto el ‘Son istmeño’, como esas composiciones en particular, son producto de un proceso complejo, que abarca varias generaciones de músicos de diferentes poblaciones, y que se valen de muchas influencias”, hasta de otros continentes. Jamás respondió (más adelante pude entender mejor su postura, cuando leí en una invitación para inaugurar una exposición, que él aparecía como músico de ‘Trova tehuana’. ¡Vaya!, pensé, un nuevo género musical).

Existen algunas personas que confunden el apego al terruño, con un celo obtuso. Los hay en todas partes. Por ello encontramos a juchitecos pronunciando ‘Istmo de Juchitán’, cuando el nombre completo de nuestra región es ‘Istmo de Tehuantepec’; o a tehuanos diciendo ‘Sones tehuanos’, cuando el género nació y se desarrolló en varias poblaciones istmeñas, desde mediados del siglo diecinueve, y conocemos excelentes compositores de piezas originales como el blaseño Atilano Morales o el teco Cosme Damián Gómez, quien fuera líder rebelde hace más de un siglo. 

Son muchas las similitudes en varios aspectos de nuestros pueblos zapotecas: el idioma, la vestimenta, la gastronomía, los géneros musicales, el carácter. En lugar de anteponer rivalidades inútiles, más valdría trabajar en conjunto para evitar que toda la riqueza heredada de nuestros antepasados, y enriquecida por nuestros padres, se pierda.