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El cuento de la ayuda gubernamental

Clínica de Cachimbo, luego de Bárbara
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 11/Oct/2013]

Con los desastres naturales de las semanas recientes, todo mundo se puso a hablar de la labor altruista de los gobiernos en sus distintos niveles.

Se dice, por ejemplo, que se están liberando recursos para apoyar a los pequeños y medianos empresarios que fueron afectados por los huracanes, y que cuantifican pérdidas económicas exorbitantes.

Lo más probable es que estos sectores se vean beneficiados con algún tipo de ayuda gubernamental, que no caerá nada mal. No obstante, el grueso de la población que perdió su patrimonio apenas recibirá apoyo, ya que no tiene cómo cuantificar sus daños, y tampoco cuenta con la información sobre qué trámites seguir para acceder al dinero del FONDEN. 

Por pensar en Tamaulipas, Veracruz, Guerrero y Sinaloa, nos olvidamos de que en el Estado de Oaxaca tocó tierra un fiero huracán a finales del mes de mayo. De manera inusitada Bárbara entró a la planicie costera, entre Chiapas y nuestra Entidad. Para ser más específicos, en la población de Cachimbo, agencia de San Francisco Ixhuatán.

Este pequeño pueblo de 100 familias, que vive esencialmente de la pesca, vio cómo se destruían sus modestas viviendas, llevándose sus pocas pertenencias. Aunque el Mar Muerto entró a la población, no se contaron víctimas mortales, debido a las embarcaciones que existen en el lugar.

El mismo día del desastre, Cachimbo aparecía en las pantallas de televisión y en los principales diarios nacionales. Las autoridades de los más altos niveles hablaron de apoyar a los habitantes en lo que fuera necesario y ofrecieron reubicarlos a territorio seguro. Sin embargo, omitieron el pequeño detalle de pensar de qué iban a vivir los más de 60 pescadores de la comunidad, puesto que no sólo se trata de moverlos, sino de que ellos puedan encontrar una fuente digna de trabajo.

Pasaron las semanas y la tan cacareada ayuda jamás llegó. O tal vez sí, pero se quedó “atorada” en ciertas bodegas, de donde luego salió para ser repartida durante la promoción del voto de julio pasado. 

Hoy, el pueblo no sabe a qué temer más: si a un nuevo ciclón o a la indiferencia de las autoridades. 

Cachimbo es el crudo ejemplo de lo que suele pasar después de una desgracia mayúscula: no sucede nada. Por terrible que se lea.