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Internet colapsa

Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el martes 10/Sep/2013]

El domingo, miles de usuarios de internet Infinitum vieron colapsar el sistema. El problema causó estragos en el comercio local, en buena medida dependiente de la conexión a internet. También perjudicó a estudiantes y a trabajadores de algunos medios de comunicación.

Si hiciéramos un balance de las pérdidas económicas que provocó la empresa de Carlos Slim, Teléfonos de México (Telmex), por la falla de anteayer, la suma podría alcanzar varios millones de pesos. La pregunta, sin embargo, es ¿quién responde por ello? 

Ya son muchos los dolores de cabeza que provocan dos de los grandes emporios de uno de los hombres más ricos del mundo. Recordemos que desde hace tres meses han venido presentándose fallas en la red de Telcel, lo que provoca, igualmente, decenas de millones de pesos en pérdidas.

Si alguien toma un taxi y el vehículo se queda sin gasolina, dejando al pasajero a medio camino, éste tendrá el derecho de no pagar por un servicio que no sólo no lo ayudó, sino que le resultó perjudicial. Lo mismo sucede cuando vamos a una carnicería y compramos un producto descompuesto. 

Pero, ¿qué instancia está haciendo rendir cuentas a la multimillonaria empresa de Slim? Todos los consumidores estamos pagando por un servicio deficiente que ha causado estragos en nuestra economía.

El presente asunto no trata únicamente de un error involuntario. Tiene que ver con una empresa privada que presta un servicio a decenas de miles de personas y que por ello percibe ganancias exorbitantes mensuales. No nos hace ningún favor. ¿Dónde queda el sentido de responsabilidad?

Sería bueno que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), que tanto se ha destacado en los últimos días por sancionar a empresas con publicidad engañosa, tomara cartas en el asunto. No es posible que a los pequeños comerciantes istmeños se les llegue a tratar como a delincuentes por faltas menores, mientras que una gran empresa pueda provocar pérdidas millonarias sin merecer, apenas, un llamado de atención. ¿Dónde están las autoridades?