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De amenazas y cobardía: el caso de Alberto Canseco Ordaz


Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el viernes 06/Sep/2013]


Alberto Canseco Ordaz
“Por cierto ya agustara [sic] el magisterio cuentas contigo”. Eso escribió el señor Alberto Canseco Ordaz en mi Muro de Facebook la noche del 4 de septiembre. Hasta el momento de redactar esta columna, su mensaje continuaba. No obstante, he “copiado pantalla” para dejar constancia del hecho.

Pero, ¿quién es esta persona que se erige en vocero de todo el magisterio para amenazar impunemente? El aludido dice ser docente y vivir en Ixtepec. Desde hace varios días ha participado en las discusiones en torno a la Reforma Educativa que se dan en mi perfil, pero sus habituales comentarios no habían pasado de simples descalificaciones hacia quien piensa distinto.

Sin embargo, en esta ocasión lanzó una amenaza directa contra quien esto escribe, dejando ver su nula capacidad de diálogo y discusión. Este es el perfecto ejemplo de la incongruencia de algunos falsos luchadores sociales, que mientras se victimizan y critican por represores a los gobiernos de distintos colores, insultan y amenazan con total desfachatez. 

Si tuviera miedo de expresar libremente mis opiniones políticas viviría callado, pues estaría a merced de quienes amenazan, llámense gobierno o mafias sindicales. Pero eso no me impide denunciar públicamente a los cobardes que se escudan tras un monitor para amenazar arbitrariamente; ya que este caso no es aislado, sino que viene a sumarse al de agresores anónimos que suelen amedrentar a ciudadanos indefensos con el fin de infundir temor. 

¿Qué pasaría si un funcionario amenazara directamente a un líder sindical escribiéndole, por ejemplo, “ya ajustará el gobierno cuentas contigo”? De inmediato se daría la voz de alerta para denunciar el hecho ante la opinión pública. Yo mismo habría criticado ese acto de cobardía, como lo he hecho en otras tantas ocasiones en que se ha atentado contra la libertad de expresión.

Con amenazas no se resuelve nada. Agrediendo a un columnista no se elimina el hecho consumado. La Reforma Educativa y sus leyes secundarias ya fueron aprobadas, y no por mí ni por quienes no vemos en ella ningún atentado contra la educación pública, sino un mero acotamiento al poder sindical. Ni soy legislador ni trabajo en el gobierno. Esas normas las aprobaron cientos de diputados priístas, perredistas y panistas. En lugar de responsabilizar a los demás por los errores tácticos y estratégicos cometidos por la dirigencia, sería mejor realizar un ejercicio autocrítico preguntándose por qué el pueblo no se sumó masivamente a las demandas magisteriales.

¿Cómo quería la combativa Sección XXII granjearse el apoyo de la ciudadanía cuando llevan tres décadas afectando el derecho de terceros? ¿Acaso un comerciante que haya perdido la mercancía por un bloqueo magisterial va a apoyar las demandas de este gremio de un día para otro? ¿Acaso los padres de familia apoyarán fácilmente a quienes han dejado a sus hijos sin cumplir cientos de días del calendario escolar? Cuestión de sentido común.

Si muchas personas se mantuvieron indiferentes ante los reclamos ―justos o no― de los profesores de la CNTE, fue porque decenas de veces fueron afectadas por las movilizaciones de éstos, sin que nadie se preocupara por su suerte. Ahí también deben verse los errores, más que en la “apatía” o “indignidad” de las personas. 

Hay, por otra parte, miles de maestros respetuosos de las distintas maneras de pensar, muchos de los cuales son amigos entrañables. A ellos todo mi reconocimiento. Pero hay otros, como Alberto Canseco Ordaz, que desprestigian al gremio en su conjunto. Y mientras sus dirigentes callen ante las agresiones de éstos, difícilmente tendrán la autoridad moral para cuestionar las prácticas intimidatorias del gobierno.